Mis ojos estaban abiertos como platos al ver lo que estaba
viendo. ¿Estaba siendo todo una broma de aquella maldita víbora o es que
realmente había ocurrido lo que mi mente, sin saber por qué, no quería aceptar?
No sabía reaccionar, lo único que hice fue vocalizar algo, pero no se notaría
demasiado.
-Yo…venía a pedir algo a Aless, pero si está ocupado mejor
se lo pido otro día.-Dije mirando a otro lado evitando ver cómo aquella chica
estaba vestida con una sola camisa: por dentro es como si alguien hubiese
cogido un jarrón de agua fría y me lo lanzara encima sin que me lo esperase por
nada del mundo. Ni me percaté que aquella asquerosa rubia me sonreía con
superioridad, como si estuviese contenta de la reacción que tuve al verla de
tal manera. ¿Pero sabía qué? Que me daba igual su cara. Me daba igual todo.
Me giré y me
marché a la puerta de mi casa para entrar en ella y dar un gran portazo.
Cuando entré e hice aquel ruido, fue mi hermana la que se
asustó, porque estaba en la cocina y no se esperaba nada tan brusco. Me miró y
arqueó una ceja.-¿Qué pasa, Zoe? ¿A qué viene ese portazo?.-Decía mi hermana,
notándome cabreada, muy cabreada. Yo solo levanté la mano y le negué con la
cabeza, porque acto seguido me fui a mi habitación donde me encerraría de nuevo.
Por otro lado, Alessandro subía las escaleras y se
encontraba con aquella rubia con esas pintas.-¿Qué haces con mi camisa favorita
de esa manera? Mejor, ¿qué haces aquí? ¿No te dije que te fueras?.-Le decía el
rubio con unas bolsas en sus manos, esperando que aquella rubia le diera una
explicación.
-Nada, solo quería divertirme…-Sonreía inocentemente,
mirando las bolsas de Alessandro.-Uh, ¿me vas a invitar a comer,
Sandrito?.-Decía con la esperanza de que éste afirmase aquello, pero negó totalmente.
-No, no quiero saber nada de ti, Lydia, así que quítate mi
ropa y vete a tu casa ya. Haz tu vida, porque yo pienso rehacer la mía.-Le
decía completamente serio, entrando en la casa y dejando las bolsas en la
cocina.
-¿Acaso te has tirado ya a tu vecina?.-Decía la rubia con la
sonrisa desaparecida en su rostro, cruzada de brazos y quizás algo indignada
por lo que estaba escuchando.
-Ya sabía yo algo…¿acaso has venido aquí solo porque te
enteraste de que estaba interesado en otra y, seguramente, pasaría de ti? Pues
mira, estás en lo cierto. Paso de ti. Ahora lárgate de una vez Lydia.-Decía el
italiano con un cabreo considerable en el cuerpo, además de estar mirando la
hora cada dos por tres. Lydia con las mismas se marchó una vez se cambió, dando
también un fuerte portazo. Pero antes de cerrar la puerta, sonrió ampliamente
al italiano.
-No vendrá.-Decía para hacer lo mencionado anteriormente:
pegó un portazo, escuchándose en todo el portal, pero que yo no pude percibir
por estar tirada en mi cama con los cascos puestos y los ojos cerrados,
intentando calmarme todo lo que podía. De nuevo, una canción de Rihanna sonaba…
Notaba que el móvil sonaba y vibraba, pero no lo iba a coger
porque sabía quién era. Aless preguntándose donde estoy y si voy a ir a comer
con él de verdad. ¡Qué coma con su querida novia después de habérsela tirado!
Conmigo no juega nadie y menos unos italianos de mierda. Al final aquella rubia
tenía razón, solo le gustan las de su propio país. Seguramente porque son igual
de libertinas que ellos. En fin, es cuestión de relajarse y dejarle clara unas
cuantas cosas a Alessandro. Cogí el teléfono cuando volvió a sonar.
-¿Quién es?.-Solté fingiendo que no tenía el número grabado.
-Principessa, soy Aless, ¿dónde estás? Es que quedamos para
comer, ¿recuerdas?.-Decía notándose aparentemente tranquilo, incluso soltaba
alguna que otra risa.
-No voy a ir.-Dije de forma seca, como si lo hubiera
sentenciado de por vida.
-¿Qué? ¿He hecho algo malo?-Me preguntó el italiano. ¡Encima
tenía una cara que se la pisaba! Pues sí que había hecho algo malo, ¡no decirme
que tenía novia!
-No, pero el hecho de encontrarme a tu novia en camisa y con
pintas de haberse tirado a alguien, pues como que no agrada mucho. Fíjate, un
tiempo después de que ella dijera que era tu pareja. Te lo has montado muy bien
Aless, enhorabuena, ha sido una buena actuación. Pero esto se ha acabado. Nunca
empezamos nada ni se empezará jamás. Nadie juega conmigo. Buenos tardes.-Dije
para cortarle sin más, ni si quiera le di la opción a que dijera nada, porque
así lo quería…me había hecho daño, ¡y eso que solo había tonteado con él unos
míseros días!
Cuando todo creía que se había acabado al fin, la puerta de
mi casa sonó. No me dio tiempo a reaccionar cuando mi hermana fue quien abrió
la puerta.-¡Zoe! ¡Es Alessandro! ¡Dice que salgas un momento!.-Me gritó la
verdulera de mi hermana, pero asomando la cabeza por la puerta de mi
habitación, le grité para que se enterara tanto ella como él, que se encontraba
en la puerta esperando.
-¡Dile que se vaya a la mierda! ¡Jugar con la gente está muy
feo!.-Dije, o más bien grité, para cerrar de nuevo la puerta. Y aún creyendo
que me haría caso, no fue así, porque escuché ruido y ver cómo la puerta de mi
cuarto fue a abrirse. Pero tenía el pestillo cerrado por lo que no pudo ser
así.
-Zoe, soy Aless, ábreme y hablemos de lo que me has dicho
por teléfono.-No, no estaba dispuesta a abrirle la puerta.
-Vete Aless. No tengo ganas de hablar contigo porque estoy
muy cabreada, así que si no quieres que te atice una hostia en la cara, será
mejor que te largues.-Amenazaba tras la puerta, sentada en la cama y mirando
por la ventana, porque como mirase a la puerta , me abalanzaría sobre ella y
mataría a quien estuviera tras ese objeto de madera.
-No me voy a ir, pero como soy más cabezota que tú, no te voy a
dejar tranquila, principessa mosqueona. Tenlo en cuenta. Cuando esté todo
calmado me cuentas qué es lo que te pasó para que me hablaras así por
teléfono.-Comentaba el chico algo apenado mientras se quedaba aún tras la
puerta.
Y yo en la cama mirando la puerta…mientras él esperaba una
respuesta.
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