Piensa, piensa…¿Cómo localizar a un italiano rubio que se
vino desde Madrid a Huelva solo por estudios?
Un momento… Madrid.
Rafa.
¡Eso es! Cogí el móvil una vez entré en casa y llamé a Rafa
para que me diera el móvil de Aless y así guardarlo. Descolgó enseguida.
-¡Rafa, soy Zoe!-Decía con energía, esperando que pudiera ir
al grano cuanto antes.
-¡Hola, Zoe! ¿Qué tal estás guapetona?.-Me decía con esa
alegría en su voz, pero no tenía tiempo que perder.
-Rafa, no tengo mucho tiempo, ¿podrías darme el móvil de
Aless, por favor?.-Pedía con impaciencia, y éste empezó a reírse sin saber el
por qué.
-¡Dios, estáis coordinados! Hace una semana y media fue
Aless quien me llamó para pedirme tú número de móvil y ahora es al revés. Qué
gracioso es todo…-Decía enrollándose un poco, como solía hacer siempre.
-¡Rafa!.-Le grité más impaciente de lo normal, notándose
nervios en mi voz.
-¡Uy! Vale, ya voy.-Y después de aquello me dio el número de
móvil del italiano.
Pero cuando llamé simplemente no me lo cogían: insistí
muchas veces pero nada de nada. Estaba recibiendo lo que sintió él al llamarme
y no ser recibida la llamada, no ser descolgada para poder resolver problemas
o, como era en este caso, malentendidos.
Sentada en el mueble de la entrada miré la puerta, dándome
cuenta que había perdido el interés de Aless en querer hablar conmigo. Un
momento, mi móvil empezó a sonar, pero mis ilusiones se disiparon al ver que
era Luna la que me llamaba.
-¡Tú! Ponte guapa esta noche que vamos a romper las pistas
de las discotecas.-Decía muy animada la rubia al otro lado del teléfono.
-¡Vale, vale! Nos vemos esta noche en el centro y de ahí
vamos a la discoteca. ¿Quién va más?.-Despejándome un poco de la preocupación
sobre la conversación con Aless, Luna me comentaba que iban más compañeros de
los exámenes de selectividad, algo que me alegraba mucho. Pero el hecho de saber que uno de esos
compañeros de selectividad iba detrás de mí no me terminaba de agradar porque
claramente, iba a estar agobiándome toda la noche. Se lo encalomaría a alguien
de allí y seguro que pasaba de mí, porque ese solo buscaba alguien a quien
tirarse.
-Y no, no va Aless, tranquila.-Me comentaba Luna, como si
quisiera tranquilizarme. Horas atrás habría funcionado, pero después de saber
lo que sabía, era totalmente al contrario. Si, le había contado todo lo que
pasó a Luna, era mi mejor amiga y me conocía más que nadie. ¿Cómo no
contárselo?
Horas después ya estaba preparada para irme de fiesta con
mis amigos y despejarme. Ya intentaría hablar con Aless al día siguiente,
porque todo el tiempo que estuve en casa no escuché la puerta de mis vecinos ni
abrirse ni cerrarse.
Mirándome al espejo visualicé a una morena de ojos marrones,
pelo planchado y unos pantalones vaqueros junto a un chaleco que se me caía por
el hombro, de color turquesa. Mis ojos llevaban eye-line, y mis labios un color
rosado natural junto a la base de maquillaje normal. No solía pintarme tanto,
pero un día era un día. Me di cuenta de la hora, por lo que cogí todo, incluído
el bolso y me marché de allí en cuanto una de mis otras amigas me recogió en su
coche. Esta chica se llamaba Lucía y había hecho la selectividad conmigo, era
otra que pertenecía a mi círculo de buenas amigas. Charlamos durante un rato
mientras ella conducía y en su coche se escuchaba la canción nueva de Cali y el
Dandee. Qué casualidad, la que estaba escuchando en mi casa mientras me
duchaba, vaya…
Una vez llegamos al centro, me encontré con todos los demás,
incluida Luna que iba guapísima como siempre: con un vestido blanco a modo de
estilo griego, con un brazo desnudo y la ropa sujetada en el otro hombro. Hasta
en la forma de vestir coincidíamos. Eso es que nos conocíamos muy bien. Le
sonreí y me acerqué a ella.-¿Nos vamos o no? ¡Que tengo muchas ganas de
bailar!.-Grité, animando a todos para irnos a las discotecas y quedar en una en
especial. Se llamaba “Casablanca”. A pesar de todo me gustaba mucho y era
espaciosa si se pillaba los sitios a tiempo.
Una vez entramos todos, visualicé una esquina que sería
nuestra por toda la noche. Sonreiría, aunque mis ojos inconscientemente
buscaban a Aless. ¿Qué pintaba Aless allí? Me tuve que quitar esas ideas de la
cabeza para aceptar una copa a la que me invitó uno de los chicos del grupo.
Adivinad.
Si, era el que comentaba que no me iba a dejar tranquila y
empezaba queriendo emborracharme. Pero no le iba a funcionar, así que, a pesar
de haber aceptado la copa, no le seguiría el rollo ni mucho menos. Me fui
directamente con mis amigas a cantar y bailar con mucha diversión, con las
voces de Rihanna, las bases de David Guetta o incluso a Will.i.am cantando con
Justin Bieber.
En un momento de relajación, sentí que alguien me tomaba de
la cintura y bailaba conmigo: cuando quise girarme me asusté pero luego me reí
muchísimo.
¡Andreas!
¿Qué hacía allí? Pero
sin decir nada nos pusimos a bailar riéndonos los dos tranquilamente, luego se
acercó a mi oído. -Alessandro está aquí, he venido con él, por si te
interesa.-Le miré sonriendo y asintiendo contenta. ¡Por fin! Aunque cuando
quise darme cuenta, Luna estaba bailando con mi vecino. Joder, ¡qué rápida es
la cabrona en pillar pareja de baile! Y yo, algo sedienta y curiosa de buscar
al italiano, me fui a la barra a pedir otra bebida, pero esta vez pagado de mi
bolsillo. Aunque no tardaría en dejar de estar sola…
-¿Bailas conmigo, Zoe?.-Cuando miré a aquella persona que me
hizo la proposición, arqueé una ceja, porque era el pesado. Daba igual las
maneras en las que le dijese que no quería nada con él, insistiría.
-No, gracias, voy a beber algo mejor y ando algo ocupada.-Decía como excusa para
que se largase con otra y me dejara tranquila, porque tenía muchas cosas en las
que pensar. Pero el muy estúpido me acercó a él por la cintura.
-Venga, un ratito.-Negué y me separé de él.
-No, te he dicho que no Manuel. Ahora déjame en paz, no te
lo repetiré más. Te agradezco la copa, pero no quiero nada contigo.-Éste
frunció el ceño y me volvió a abrazar, obligándome a pegarme a él.
-Vas a bailar conmigo, Zoe.-Puse los ojos en blanco y le fui
a pegar una hostia en la cara que no lo iba a reconocer ni su madre, pero
alguien lo tomó por detrás y lo separó de mi.
-Creo que Zoe ha dejado claro que no quiere bailar contigo,
Manuel.-Mis ojos se ampliaron y me quedé patidifusa. Era Alessandro. Lo miré
sorprendida.-Por cierto tío, me han dicho que ahí está la rubia que se quiere
acostar contigo esta noche.-Decía como si lo conociera de toda la vida,
dejándome más helada que los hielos de los cubatas. Aquel chico abrió los ojos
y se acercó a una rubia que desde lejos me era algo familiar, pero no le di
importancia porque ya estaba con Aless dispuesta a zanjar los malentendidos.
-Aless yo quiero…-Me cortó las palabras con la palma de la
mano y se fue andando, alejándose de mí. Pero no lo dejaría, así que avancé y
lo tomé del brazo.-¿Quieres escucharme?.-Le dije mirándole a los ojos con el
ceño fruncido.-¿Por qué eres tan cabezota?.-Me miró y se acercó a mi oreja para
susurrarme algo.
-¿Y por qué lo fuiste tú también?.-Diría para separarse de
mi oreja y de mí completamente. Éste no sabía lo que era una andaluza cabreada,
aunque la culpa fuera mía desde un principio por creer a Lydia y no a él. Pero
era cabezota y no me rendiría.
-Porque Lydia me hizo creer algo que no era. Me hizo creer que se acostó contigo y que seguía siendo tu novia.-Éste abrió los
ojos y suspiró, llevándose la mano a la frente, riéndose; mientras todo aquello ocurría, sonaban canciones de fondo. Una muy peculiar a decir verdad.
-No puedo creer que otra vez se haya metido en algo así…-No
lo entendí, pero me gustó verle reírse, parecía que todo estaba volviendo a su
normalidad. Luego me miró ladeando el rostro.-Y si tenías una buena forma de
librarte de mí con ese malentendido, ¿por qué seguiste insistiendo en hablar
conmigo?.-Esa pregunta me dejó sorprendida, tanto que me quedé sin habla. Era
una buena pregunta…
¿Por qué? Estaba nerviosa solo de tener una mínima idea de la respuesta...pero parecía que era un libro abierto...
-Pues, porque…-Le miraba con duda y nervios, aunque lo más sorprendente fue que...no me dejaría responder, porque me abrazó por
la cintura y me plantó un beso sin que me lo esperase. Espera, espera...¡Aless me estaba besando! Mis ojos se ampliaron y mi rostro, aunque no pudiera verse, estaba totalmente rojo por aquello. Me quedé muda. Luego de separarse me
miró y susurró sobre mis labios sonriendo y viéndose aquel brillo en sus ojos.
-Ya lo has dicho todo. ¿Quieres...formar parte del mundo de un pitufo?
¡Dios! ¿Me pidió lo que yo creía que me estaba pidiendo?