viernes, 28 de junio de 2013

50-49 Sombras

Capítulo 10 "Kiss me"

Piensa, piensa…¿Cómo localizar a un italiano rubio que se vino desde Madrid a Huelva solo por estudios? 

Un momento… Madrid.

Rafa.

¡Eso es! Cogí el móvil una vez entré en casa y llamé a Rafa para que me diera el móvil de Aless y así guardarlo. Descolgó enseguida.

-¡Rafa, soy Zoe!-Decía con energía, esperando que pudiera ir al grano cuanto antes.

-¡Hola, Zoe! ¿Qué tal estás guapetona?.-Me decía con esa alegría en su voz, pero no tenía tiempo que perder.

-Rafa, no tengo mucho tiempo, ¿podrías darme el móvil de Aless, por favor?.-Pedía con impaciencia, y éste empezó a reírse sin saber el por qué.

-¡Dios, estáis coordinados! Hace una semana y media fue Aless quien me llamó para pedirme tú número de móvil y ahora es al revés. Qué gracioso es todo…-Decía enrollándose un poco, como solía hacer siempre.

-¡Rafa!.-Le grité más impaciente de lo normal, notándose nervios en mi voz.

-¡Uy! Vale, ya voy.-Y después de aquello me dio el número de móvil del italiano.

Pero cuando llamé simplemente no me lo cogían: insistí muchas veces pero nada de nada. Estaba recibiendo lo que sintió él al llamarme y no ser recibida la llamada, no ser descolgada para poder resolver problemas o, como era en este caso, malentendidos.

Sentada en el mueble de la entrada miré la puerta, dándome cuenta que había perdido el interés de Aless en querer hablar conmigo. Un momento, mi móvil empezó a sonar, pero mis ilusiones se disiparon al ver que era Luna la que me llamaba.

-¡Tú! Ponte guapa esta noche que vamos a romper las pistas de las discotecas.-Decía muy animada la rubia al otro lado del teléfono.

-¡Vale, vale! Nos vemos esta noche en el centro y de ahí vamos a la discoteca. ¿Quién va más?.-Despejándome un poco de la preocupación sobre la conversación con Aless, Luna me comentaba que iban más compañeros de los exámenes de selectividad, algo que me alegraba mucho.  Pero el hecho de saber que uno de esos compañeros de selectividad iba detrás de mí no me terminaba de agradar porque claramente, iba a estar agobiándome toda la noche. Se lo encalomaría a alguien de allí y seguro que pasaba de mí, porque ese solo buscaba alguien a quien tirarse.

-Y no, no va Aless, tranquila.-Me comentaba Luna, como si quisiera tranquilizarme. Horas atrás habría funcionado, pero después de saber lo que sabía, era totalmente al contrario. Si, le había contado todo lo que pasó a Luna, era mi mejor amiga y me conocía más que nadie. ¿Cómo no contárselo?

Horas después ya estaba preparada para irme de fiesta con mis amigos y despejarme. Ya intentaría hablar con Aless al día siguiente, porque todo el tiempo que estuve en casa no escuché la puerta de mis vecinos ni abrirse ni cerrarse.

Mirándome al espejo visualicé a una morena de ojos marrones, pelo planchado y unos pantalones vaqueros junto a un chaleco que se me caía por el hombro, de color turquesa. Mis ojos llevaban eye-line, y mis labios un color rosado natural junto a la base de maquillaje normal. No solía pintarme tanto, pero un día era un día. Me di cuenta de la hora, por lo que cogí todo, incluído el bolso y me marché de allí en cuanto una de mis otras amigas me recogió en su coche. Esta chica se llamaba Lucía y había hecho la selectividad conmigo, era otra que pertenecía a mi círculo de buenas amigas. Charlamos durante un rato mientras ella conducía y en su coche se escuchaba la canción nueva de Cali y el Dandee. Qué casualidad, la que estaba escuchando en mi casa mientras me duchaba,  vaya…

Una vez llegamos al centro, me encontré con todos los demás, incluida Luna que iba guapísima como siempre: con un vestido blanco a modo de estilo griego, con un brazo desnudo y la ropa sujetada en el otro hombro. Hasta en la forma de vestir coincidíamos. Eso es que nos conocíamos muy bien. Le sonreí y me acerqué a ella.-¿Nos vamos o no? ¡Que tengo muchas ganas de bailar!.-Grité, animando a todos para irnos a las discotecas y quedar en una en especial. Se llamaba “Casablanca”. A pesar de todo me gustaba mucho y era espaciosa si se pillaba los sitios a tiempo.

Una vez entramos todos, visualicé una esquina que sería nuestra por toda la noche. Sonreiría, aunque mis ojos inconscientemente buscaban a Aless. ¿Qué pintaba Aless allí? Me tuve que quitar esas ideas de la cabeza para aceptar una copa a la que me invitó uno de los chicos del grupo. Adivinad.

Si, era el que comentaba que no me iba a dejar tranquila y empezaba queriendo emborracharme. Pero no le iba a funcionar, así que, a pesar de haber aceptado la copa, no le seguiría el rollo ni mucho menos. Me fui directamente con mis amigas a cantar y bailar con mucha diversión, con las voces de Rihanna, las bases de David Guetta o incluso a Will.i.am cantando con Justin Bieber.

En un momento de relajación, sentí que alguien me tomaba de la cintura y bailaba conmigo: cuando quise girarme me asusté pero luego me reí muchísimo.

¡Andreas!

 ¿Qué hacía allí? Pero sin decir nada nos pusimos a bailar riéndonos los dos tranquilamente, luego se acercó a mi oído. -Alessandro está aquí, he venido con él, por si te interesa.-Le miré sonriendo y asintiendo contenta. ¡Por fin! Aunque cuando quise darme cuenta, Luna estaba bailando con mi vecino. Joder, ¡qué rápida es la cabrona en pillar pareja de baile! Y yo, algo sedienta y curiosa de buscar al italiano, me fui a la barra a pedir otra bebida, pero esta vez pagado de mi bolsillo. Aunque no tardaría en dejar de estar sola…

-¿Bailas conmigo, Zoe?.-Cuando miré a aquella persona que me hizo la proposición, arqueé una ceja, porque era el pesado. Daba igual las maneras en las que le dijese que no quería nada con él, insistiría.

-No, gracias, voy a beber algo mejor y ando algo ocupada.-Decía como excusa para que se largase con otra y me dejara tranquila, porque tenía muchas cosas en las que pensar. Pero el muy estúpido me acercó a él por la cintura.

-Venga, un ratito.-Negué y me separé de él.

-No, te he dicho que no Manuel. Ahora déjame en paz, no te lo repetiré más. Te agradezco la copa, pero no quiero nada contigo.-Éste frunció el ceño y me volvió a abrazar, obligándome a pegarme a él.

-Vas a bailar conmigo, Zoe.-Puse los ojos en blanco y le fui a pegar una hostia en la cara que no lo iba a reconocer ni su madre, pero alguien lo tomó por detrás y lo separó de mi.

-Creo que Zoe ha dejado claro que no quiere bailar contigo, Manuel.-Mis ojos se ampliaron y me quedé patidifusa. Era Alessandro. Lo miré sorprendida.-Por cierto tío, me han dicho que ahí está la rubia que se quiere acostar contigo esta noche.-Decía como si lo conociera de toda la vida, dejándome más helada que los hielos de los cubatas. Aquel chico abrió los ojos y se acercó a una rubia que desde lejos me era algo familiar, pero no le di importancia porque ya estaba con Aless dispuesta a zanjar los malentendidos.

-Aless yo quiero…-Me cortó las palabras con la palma de la mano y se fue andando, alejándose de mí. Pero no lo dejaría, así que avancé y lo tomé del brazo.-¿Quieres escucharme?.-Le dije mirándole a los ojos con el ceño fruncido.-¿Por qué eres tan cabezota?.-Me miró y se acercó a mi oreja para susurrarme algo.

-¿Y por qué lo fuiste tú también?.-Diría para separarse de mi oreja y de mí completamente. Éste no sabía lo que era una andaluza cabreada, aunque la culpa fuera mía desde un principio por creer a Lydia y no a él. Pero era cabezota y no me rendiría.

-Porque Lydia me hizo creer algo que no era. Me hizo creer que se acostó contigo y que seguía siendo tu novia.-Éste abrió los ojos y suspiró, llevándose la mano a la frente, riéndose; mientras todo aquello ocurría, sonaban canciones de fondo. Una muy peculiar a decir verdad.

-No puedo creer que otra vez se haya metido en algo así…-No lo entendí, pero me gustó verle reírse, parecía que todo estaba volviendo a su normalidad. Luego me miró ladeando el rostro.-Y si tenías una buena forma de librarte de mí con ese malentendido, ¿por qué seguiste insistiendo en hablar conmigo?.-Esa pregunta me dejó sorprendida, tanto que me quedé sin habla. Era una buena pregunta…

¿Por qué? Estaba nerviosa solo de tener una mínima idea de la respuesta...pero parecía que era un libro abierto...

-Pues, porque…-Le miraba con duda y nervios, aunque lo más sorprendente fue que...no me dejaría responder, porque me abrazó por la cintura y me plantó un beso sin que me lo esperase. Espera, espera...¡Aless me estaba besando! Mis ojos se ampliaron y mi rostro, aunque no pudiera verse, estaba totalmente rojo por aquello. Me quedé muda. Luego de separarse me miró y susurró sobre mis labios sonriendo y viéndose aquel brillo en sus ojos.


-Ya lo has dicho todo. ¿Quieres...formar parte del mundo de un pitufo?

¡Dios! ¿Me pidió lo que yo creía que me estaba pidiendo?


50-49 Sombras

Capítulo 9 "No digas nada"

¿Qué pasó al final con aquel encuentro tras la puerta entre Alessandro y yo? Pues simplemente se quedó en eso, porque por cansancio y petición de mi hermana Natalia, regresó al piso sin saber nada más de mí. No quería nada de él, estaba cansada que siempre me la jugasen de esa manera, no se enteraban que una cosa era el tonteo en sí, coquetear y así llegar a conocer a gente, pero de ahí a que te mintieran diciendo que realmente tenía pareja después de días tras de ti…no gusta a nadie…a no ser que se trate de la Anastasia de la novela de E.L. James. Masoquismo puro y duro. Pero yo no era como ella, porque no me dejaba arrastrar y menos dejarme pisotear por una rubia italiana que solo sabía sonreír con superioridad a los demás y a las chicas que se cruzaban por su camino. Aunque siendo Aless su pareja puede que tuviera razones de más. ¿Conclusión? Ganó Lydia y yo perdí. Después de eso nuevos días vendrían.

Los siguientes días donde me iba a la biblioteca temprano para estudiar y prepararme para la selectividad a la semana siguiente, Alessandro intentó hablar conmigo de todas las maneras: llamándome por teléfono, pero no se lo cogía; esperándome en la puerta de casa, pero una vez me lo encontraba le ignoraba y entraba en casa; por cartas en el buzó que acabarían rotas en la basura a los minutos de recibirlas. ¿No entendía que no quería saber nada de él? ¿Por qué insistía tanto? Oh, sin dejar de mencionar que Lydia seguía rondando por allí a pesar de las “palabras duras” del italiano. ¿Cómo echar a una novia así sin más? Cada vez que lo recordaba me reía…y para evitar recordar más, borré todo del móvil con referencia a él.

¿Cómo pude ser tan inocente y pensar que un rubiales como aquel me daría opciones a conocerlo más que un amigo?

Una semana pasó a lo tonto, llegando selectividad y con ello mi tiempo llegó a cero en el hecho de tener vida social. Alessandro desistió y se acabó rindiendo totalmente, dejando de insistir en las llamadas: si me lo encontraba en el portal me miraba como si quisiera hablar conmigo, pero sabiendo que no lo haría, seguía adelante hasta entrar en su casa o salir de ella.

Era triste. ¿Qué se le iba a hacer?

Los exámenes terminaron, dejando todas las asignaturas, tanto la filosofía como el inglés fuera de combate, más tarde cayeron las otras dos más una más de la fase específica. ¡Era libre! Y sin que nadie pudiera molestarme u ocupar mi mente con pensamientos de amagos amorosos. Luna me llamó nada más terminar los exámenes para quedar por la noche y darnos una fiesta que ni mi hermana se creería que me la iba a dar. Llegando a mi casa dando tumbos de alegría, en la puerta de ella, me encontré a Andreas saliendo de su piso: sonriéndole le saludé con tranquilidad, pero notándose que estaba más relajada.-¡Hola Zoe! ¿Cómo te fue todo?.-Me preguntaba el morenazo de ojos verdes.

-Pues muy bien, ya es solo momento de esperar las notas que me las dan la semana que viene. Esta noche me voy de fiesta con mi amiga, para celebrarlo, ya sabes.-Decía sonriendo y respirando hondo.

-Me alegro mucho Zoe, de verdad. Por cierto, ¿pasó algo entre Aless y tú? Últimamente lo veo muy…disperso, no sé, me parece raro porque ya ni me hace bromas. Está todo el día entrando y saliendo, quedando con chicas y llegando tarde a dormir.-Mis ojos se ampliaron totalmente, luego negué encogiéndome de hombros.

-No lo sé, yo no hice nada, simplemente no me gustó que me mintiera con el tema de su novia.-Decía sacando las llaves de la maleta mientras le seguía mirando, pero ahora el sorprendido fue el italiano moreno.

-¿Qué novia?.-Parecía más que sorprendido, como si previera lo que iba a decir.

-Su novia Lydia.-Dije secamente mientras metía la llave en la puerta y suspiraba.

-Lydia es su ex, ¿quién te dijo que era su novia? Porque, que yo sepa, lo dejaron hace…unos siete meses más o menos.-Espera…entonces la zorra rubia me había mentido, estaba completamente segura.

-Pero…-Me quedé pensativa con todo lo ocurrido. Aless decía la verdad. Dios, quería morirme de la vergüenza, al final la tonta fui yo al dejarme llevar al campo que la italiana barbie quería que fuese. Me dejé engañar y alguien que se estaba interesando en mi se alejó de mi por lo mismo.-¿Dónde está ahora Aless?.-Pregunté a su compañero curiosa pero con intención de hablar con él.

-No está, se fue por la mañana y aún no ha vuelto. Y dudo que lo haga, porque decía que tenía planes para todo el día.-Se llevó una mano a la nuca.-Siento no poder ayudarte mucho más, Zoe. Si tienes algún problema más me lo dices, soy tu vecino después de todo.-Sonreía amablemente aquel chico para despedirse de mi e irse.


¿Y ahora cómo hablaría con Aless para localizarlo y disculparme personalmente por ello? Una pequeña bombilla se me encendió. El móvil. Mierda, no podía, lo borré todo, absolutamente todo: los mensajes, el número en sí y las conversaciones de Whatssap. Estaba agobiándome por momentos…

¿Es que ya no quería saber nada de mi?


miércoles, 26 de junio de 2013

50-49 Sombras

Capítulo 8 "Take a Bow"


Mis ojos estaban abiertos como platos al ver lo que estaba viendo. ¿Estaba siendo todo una broma de aquella maldita víbora o es que realmente había ocurrido lo que mi mente, sin saber por qué, no quería aceptar? No sabía reaccionar, lo único que hice fue vocalizar algo, pero no se notaría demasiado.

-Yo…venía a pedir algo a Aless, pero si está ocupado mejor se lo pido otro día.-Dije mirando a otro lado evitando ver cómo aquella chica estaba vestida con una sola camisa: por dentro es como si alguien hubiese cogido un jarrón de agua fría y me lo lanzara encima sin que me lo esperase por nada del mundo. Ni me percaté que aquella asquerosa rubia me sonreía con superioridad, como si estuviese contenta de la reacción que tuve al verla de tal manera. ¿Pero sabía qué? Que me daba igual su cara. Me daba igual todo. 

Me giré y me marché a la puerta de mi casa para entrar en ella y dar un gran portazo.

Cuando entré e hice aquel ruido, fue mi hermana la que se asustó, porque estaba en la cocina y no se esperaba nada tan brusco. Me miró y arqueó una ceja.-¿Qué pasa, Zoe? ¿A qué viene ese portazo?.-Decía mi hermana, notándome cabreada, muy cabreada. Yo solo levanté la mano y le negué con la cabeza, porque acto seguido me fui a mi habitación donde me encerraría de nuevo.

Por otro lado, Alessandro subía las escaleras y se encontraba con aquella rubia con esas pintas.-¿Qué haces con mi camisa favorita de esa manera? Mejor, ¿qué haces aquí? ¿No te dije que te fueras?.-Le decía el rubio con unas bolsas en sus manos, esperando que aquella rubia le diera una explicación.

-Nada, solo quería divertirme…-Sonreía inocentemente, mirando las bolsas de Alessandro.-Uh, ¿me vas a invitar a comer, Sandrito?.-Decía con la esperanza de que éste afirmase aquello, pero negó totalmente.

-No, no quiero saber nada de ti, Lydia, así que quítate mi ropa y vete a tu casa ya. Haz tu vida, porque yo pienso rehacer la mía.-Le decía completamente serio, entrando en la casa y dejando las bolsas en la cocina.

-¿Acaso te has tirado ya a tu vecina?.-Decía la rubia con la sonrisa desaparecida en su rostro, cruzada de brazos y quizás algo indignada por lo que estaba escuchando.

-Ya sabía yo algo…¿acaso has venido aquí solo porque te enteraste de que estaba interesado en otra y, seguramente, pasaría de ti? Pues mira, estás en lo cierto. Paso de ti. Ahora lárgate de una vez Lydia.-Decía el italiano con un cabreo considerable en el cuerpo, además de estar mirando la hora cada dos por tres. Lydia con las mismas se marchó una vez se cambió, dando también un fuerte portazo. Pero antes de cerrar la puerta, sonrió ampliamente al italiano.

-No vendrá.-Decía para hacer lo mencionado anteriormente: pegó un portazo, escuchándose en todo el portal, pero que yo no pude percibir por estar tirada en mi cama con los cascos puestos y los ojos cerrados, intentando calmarme todo lo que podía. De nuevo, una canción de Rihanna sonaba…

Notaba que el móvil sonaba y vibraba, pero no lo iba a coger porque sabía quién era. Aless preguntándose donde estoy y si voy a ir a comer con él de verdad. ¡Qué coma con su querida novia después de habérsela tirado! Conmigo no juega nadie y menos unos italianos de mierda. Al final aquella rubia tenía razón, solo le gustan las de su propio país. Seguramente porque son igual de libertinas que ellos. En fin, es cuestión de relajarse y dejarle clara unas cuantas cosas a Alessandro. Cogí el teléfono cuando volvió a sonar.

-¿Quién es?.-Solté fingiendo que no tenía el número grabado.

-Principessa, soy Aless, ¿dónde estás? Es que quedamos para comer, ¿recuerdas?.-Decía notándose aparentemente tranquilo, incluso soltaba alguna que otra risa.

-No voy a ir.-Dije de forma seca, como si lo hubiera sentenciado de por vida.

-¿Qué? ¿He hecho algo malo?-Me preguntó el italiano. ¡Encima tenía una cara que se la pisaba! Pues sí que había hecho algo malo, ¡no decirme que tenía novia!

-No, pero el hecho de encontrarme a tu novia en camisa y con pintas de haberse tirado a alguien, pues como que no agrada mucho. Fíjate, un tiempo después de que ella dijera que era tu pareja. Te lo has montado muy bien Aless, enhorabuena, ha sido una buena actuación. Pero esto se ha acabado. Nunca empezamos nada ni se empezará jamás. Nadie juega conmigo. Buenos tardes.-Dije para cortarle sin más, ni si quiera le di la opción a que dijera nada, porque así lo quería…me había hecho daño, ¡y eso que solo había tonteado con él unos míseros días!

Cuando todo creía que se había acabado al fin, la puerta de mi casa sonó. No me dio tiempo a reaccionar cuando mi hermana fue quien abrió la puerta.-¡Zoe! ¡Es Alessandro! ¡Dice que salgas un momento!.-Me gritó la verdulera de mi hermana, pero asomando la cabeza por la puerta de mi habitación, le grité para que se enterara tanto ella como él, que se encontraba en la puerta esperando.

-¡Dile que se vaya a la mierda! ¡Jugar con la gente está muy feo!.-Dije, o más bien grité, para cerrar de nuevo la puerta. Y aún creyendo que me haría caso, no fue así, porque escuché ruido y ver cómo la puerta de mi cuarto fue a abrirse. Pero tenía el pestillo cerrado por lo que no pudo ser así.

-Zoe, soy Aless, ábreme y hablemos de lo que me has dicho por teléfono.-No, no estaba dispuesta a abrirle la puerta.

-Vete Aless. No tengo ganas de hablar contigo porque estoy muy cabreada, así que si no quieres que te atice una hostia en la cara, será mejor que te largues.-Amenazaba tras la puerta, sentada en la cama y mirando por la ventana, porque como mirase a la puerta , me abalanzaría sobre ella y mataría a quien estuviera tras ese objeto de madera.

-No me voy a ir, pero como soy más cabezota que tú, no te voy a dejar tranquila, principessa mosqueona. Tenlo en cuenta. Cuando esté todo calmado me cuentas qué es lo que te pasó para que me hablaras así por teléfono.-Comentaba el chico algo apenado mientras se quedaba aún tras la puerta.


Y yo en la cama mirando la puerta…mientras él esperaba una respuesta.


martes, 25 de junio de 2013

50-49 Sombras

Capítulo 7 "Mientes"

Mirando por la mirilla de la puerta: así me encontraba después de ver a través de ella como alguien que no conocía de nada, abrazaba a mi nuevo y acosador vecino, y éste se quedaba con una cara de muerto que no se lo creía ni él. Así de clara estaba pensando, pero como no era asunto mío, no quise interferir. Mis mejillas se pusieron algo rojas, además de mi ceño fruncido desde primer momento. Puse un poco la oreja, como buena andaluza que era, y comenzaría a cotillear lo que no estuviera en los escritos. Pero que constase que eso no quería decir absolutamente nada, era solo curiosidad.

La voz de Aless me sorprendió, porque incluso sonaba más seria de lo normal y eso que no lo conocía demasiado.-¿Qué demonios haces aquí, Lydia?.-Preguntaba el rubio con los ojos fijos en aquella rubia que, desde mi opinión, parecía la típica barbie de pacotilla que solo se entretenía en tontear con todo ser viviente que tuviera…cuerpo masculino. Puse los ojos en blancos nada más ver que abría la boca para hablarle.

-Jo, ¿no te alegras de verme ni si quiera un poquito? Y eso que vine desde Madrid solo para hablar contigo…-Entonces el que puso los ojos en blanco fue Aless, estaba como desesperado por deshacerse de aquella chica, incluso cansado, como si la muchachita sin cerebro hubiese insistido más de una vez en algo que desconocía completamente. Aún así seguía sin saber quién era. Pero repito, no es que me interesase demasiado, solo tenía mucha curiosidad. Alessandro la apartó de él empujándola por los hombros levemente.

-No, no me alegro, Lydia, simplemente no pintas nada en este luogo. Ahora lárgate.-Decía con mucha seriedad el rubiales italiano; aquella chica se quedó sorprendida por sus palabras y se acercó mucho más a éste, casi besándole.

Uh, la rubia ésta me estaba tocando mucho la moral y eso que no la conocía.

-¿Qué estás haciendo, Zoe?.-Me sorprendió mi padre, arqueando una ceja y preguntándose el por qué estaba con unas pintas horrorosas pegando la oreja a la puerta y de vez en cuando, mirando por la mirilla.

-Nada papá, cotilleando un poco.-Sonreía de forma sincera, ¿para qué mentirle? Pero cuando uno de mis ojos se acercó de nuevo a la mirilla para ver lo que pasaba en el pasillo…no había nadie. Espera, espera…¿dónde se habían ido esos dos? Respira hondo Zoe, no es nada que a ti te importe después de todo, vete a hacer tus cosas y pasa del tema totalmente. 

Me fui a recoger mi cuarto y mientras terminaba de comerme un bollo de chocolate, hacía la cama bailando con la música de mi móvil.  Después de eso, me metí en la ducha y me duché con tranquilidad, quería ir a la universidad de nuevo para estudiar tranquilamente la selectividad. Como siempre, sonando en mi móvil canciones de Rihanna, Michael Jackson o incluso alguna que otra de bandas sonoras de películas. ¿Conclusión? Estaba limpia y lista para empezar a estudiar otras asignaturas.

Vestida y perfectamente peinada, salí de casa con la maleta en mi espalda, pero cuando me fui al pasillo del portal, me encontré con la rubia saliendo del piso de Aless y Andreas, sonriendo ampliamente. La muy asquerosa me miró de arriba abajo con una ceja arqueada, como si fuera una cucaracha que acaba de aparecer.-¿Quieres algo?.-Pregunté mirándola a la cara, sonriendo falsamente. Ella negó y luego me dio la espalda.

-No, nada.-Y diciendo eso se iba a ir, pero salió Alessandro, encontrándose conmigo y con la rubia de bote con cara de amargada.

-Lydia, te olvidas esto.-Comentó extendiéndole a la muchacha unos papeles. Ésta los cogió con algo de resquemor y luego me miraría de nuevo con cara de asco. Me daban ganas de decirle: “¿Hola? ¿Quieres una foto, so asquerosa?” Pero claramente no se lo dije porque no la conocía. Luego esos ojos azules se pusieron sobre mi cara, sonriéndome como no había hecho a la rubia; ésta se sorprendió al ver que Aless me sonreía. Lo vi por el rabillo del ojo.-Hola principessa, ¿a dónde vas?.-Decía ignorando totalmente a aquella chica. Me sorprendí hasta yo.

-Pues a la biblioteca de la universidad a seguir estudiando, si quieres te puedes venir, pitufo.-Dije como si conociera a Alessandro de toda la vida, sin dejar de sonreírle en la cara a esa creída de mierda. Si lo que le molestaba era que el italiano me tratase bien…la molestaría con ello.

-¿Me lo estás diciendo enserio, principessa?.-Decía el rubio sonriendo ampliamente, pero cuando iba a soltar algo más, la rubia le abrazó por el brazo con toda la tranquilidad, sonriéndome ampliamente: y de una manera muy falsa.

-¿Quién es ella, Sandrito?.-Decía parpadeando de forma exagerada, mirándome con altanería. Aless la miró de reojo y se llevó una mano a la frente, sin remedio habló.

-Es mi vecina, ella es Zoe. Zoe, ella es…Lydia…mi…ammm…-Se puso nervioso y me sorprendió, pero por alguna casualidad, me daba mala espina la respuesta que iba a escuchar.

-Su novia.-Sonreía haciendo una risitas que no aguantaba nadie y menos yo al escuchar aquello. Mis ojos se fijaron directamente en los de Alessandro incrédula de lo que acababa de escuchar.

-Ex novia.-Especificaba el italiano, mirando de reojo a la chica con bastante molestia.-Deja de decir que eres mi novia, porque eso acabó hace mucho tiempo. Ahora debo hacer cosas, vuelve a Madrid y déjate de tonterías de una vez, Lydia, madura.-Murmuró el italiano, abriendo la puerta de su piso de nuevo, mirándome sonriendo después.-Lo siento, ando de limpieza por un castigo de mi compi de piso.-Me guiñó el ojo para reírse y cerrar la puerta, dejándome con aquella rubia.

-Yo me voy, tengo cosas que hacer, Lydia. Encantada.-Diría sonriendo ampliamente, pero ésta me miró bastante molesta y sonrió maliciosamente.

-No te creas que con esa cara bonita vas a conseguir a Sandro, te aseguro que no le van las niñatas españolas y andaluzas como tú. Prefiere a gente de su propio país, como yo. Así que te aconsejo que te alejes de él o lo pagarás caro, estúpida.-Tras esas palabras bajaba las escaleras para irse, pero yo le llamé la atención.

-¿Sabes qué te digo, Lydia? Que haré lo que me dé la gana, guapa, a quien sonríe es a mí y no a ti. Que te vayan dando.-Dije eso y pasando, por su lado, me largué a la universidad a seguir estudiando, dejándola atrás con la boca abierta. Seguro que no estaba acostumbrada a que la gente le contestase.

Mientras estaba sentada en la biblioteca escribiendo los resúmenes, sonó mi teléfono móvil. Era el Whatssap y un número desconocido, pero nada más leerlo, supe quién era.

->Buenas principessa, ¿cómo llevas el estudio?
                                                                                              
Pues bien, ando terminando esquemas.<-

->Quiero pedirte disculpas por lo de Lydia. 
                                                                                              ¿Tu ex novia? Nah, me da igual la verdad.<-

->¿No estarías celosa, verdad? :)
                                                                                              ¿Yo? ¿Qué te crees, chaval? ¬¬ <-

->Pues que te gusto y te pusiste celosa :D
                                                                                              Acertaste en algo, pero no te diré en qué.<-

->¡Bien! Te invito a comer cuando termines
                                                                                              Mmmmm vale, acepto, pero no te flipes<-
->Hecho ;)

Y así terminó la conversación por el Whatssap, sin dejar de mencionar que estaba hasta contenta de llegar a casa y ver de lo que era capaz el italiano. Una hora y media más tarde ya estaba cogiendo el autobús para volver a casa. Cuando llegué, entré en casa y dejé las cosas, luego salí de casa y llamé a la puerta de mi vecino.

Alessandro no fue quien abrió la puerta.

Y Andreas tampoco.

Mis ojos se ampliaron al ver quién era.

-Oh, la andaluza listilla, ¿quieres algo? Porque Sandro está ocupado.-Decía la barbie cutre mirándome con una chulería increíble, pero mis nervios estaban más en verla…en camisa, una camisa grande y con el pelo completamente suelto. Parecía que…


No podía ser…¿me había mentido?


lunes, 24 de junio de 2013

50-49 Sombras

Capítulo 6 "Take Care"


Mis ojos se abrieron al darme la luz en los mismos, aquella luz que estaba atravesando los cristales de la ventana: era hora de levantarse y ponerse a estudiar para la Selectividad. Pero había algo que me desconcentraba muchísimo, y era el mismo hecho de pensar que al otro lado de la pared se encontraba mi “archienemigo” , un rival con unos ojazos que quitaban el hipo, pero si, seguía siendo mi némesis después de todo. Aunque todos estos pensamientos se quedasen en mi cabeza y no salieran a la luz, claro.

Cuando me levanté de la cama, observé el cuarto de mi hermana y vi que su cama ya estaba vacía, por lo que se habría ido por ahí a dar vueltas por el centro o ir de compras. Cosas de chicas, vamos. Caminando por la casa con un calor “del quince”, yo, en mis culotes y camisa de tiras, me dirigía a la cocina a beberme un batido de vainilla o me deshidrataría en cuestión de minutos. 

¡Por dios! ¿Cómo podía hacer tanto calor de un día para otro? 

La cuestión general en mi cabeza era: ¿cómo vas a estudiar, pequeña saltamontes, con esta maldita calor y además, teniendo cierto bromista viviendo al lado tuya? Buena pregunta, sí señor. Porque aunque no lo pareciera, me desconcentraba más de lo que creía.

Bebiéndome el batido por el camino, me fui al cuarto de baño a peinarme un poco, porque tenía unos pelos que ni la niña del Exorcista. Solo me faltaba darle vueltas a la cabeza y escupir el batido en el cristal. Oh, vale, me empecé a reír con ese pensamiento, pero mucho más al verme en el espejo bien, enfocando bien. Uh, a peinarse cuanto antes porque sino cualquiera que me viera diría que había pasado una “noche loca” en vez de acostarme a las tantas intentando estudiar. Eso he dicho, “intentando”. Porque no pegué ojo en toda la noche.

Cogí entonces el peine para, claramente, peinarme. ¿Qué iba a hacer sino con un peine? Pues lo dicho, me disponía a peinarme con la cañita del batido en la boca cuando el timbre de la puerta sonó. Seguro que era mi hermana que se le olvidó las llaves antes de irse, eso o era la maldita publicidad dándote panfletos para que los leyeses delante de ellos, pero que , una vez cierras la puerta, lo tiras a la basura. En fin, me fui a la puerta y cuando la abrí no me encontré absolutamente nada. Algún gracioso de turno. Cerré la puerta y en ese preciso momento volvieron a llamar. La abrí como si mi vida dependiera de ello, pero mi sorpresa fue que me encontré al italiano gilipollas en la puerta, mirándome sorprendido por las pintas que llevaba. Sin olvidarnos de los pelos.

-¿Desde por la mañana tan gracioso?.-Le dije con toda la “simpatía” del mundo, arqueando una ceja, aún con el peine en la mano.

-No me conoces bien todavía, principessa. Por cierto, vas…molto bien ¿eh? Si sigues abriendo la puerta a la gente con esas pintas seguro que cazas de novio a alguien. Por ejemplo, Frankestein.-Se estaba riendo en mi cara, así de simple y por eso, fruncí el ceño más, para dibujar en mi rostro una sonrisa maligna.

-O te largas a tu casa o te comes el peine.-Decía de forma amenazadora.

-No puedo, como entre ahora en la casa mi compañero seguro que me va a matar…-Y en ese preciso momento se escuchó un grito desde la casa del mismo. Pegué un brinco bastante considerable. El ruido después tenía nombre. Alguien gritaba el nombre del chico que estaba delante de mí con bastante…furia.

-¡¡¡¡ALESSANDRO!!!!.-El italiano empezó a reírse y antes de que se abriera la puerta de su propia casa, se metió en mi casa y se escondió detrás de la puerta, quedándome yo fuera, en el pasillo con esas pintas y encontrándome al compañero del rubio gracioso saliendo de su casa con la cara toda llena de…¿harina? Espera, mejor, harina con agua. ¡Dios, qué asco!

-¡¿Dónde está ese cabrón?! ¡Lo mato, lo mato! Todas las mañanas me hace alguna broma, no me fío ni un pelo y creyendo que cambiaría viniendo aquí estaría más tranquilo. ¡Pero ese cabrón no cambia!.-Miraba sorprendida al chico moreno de ojos verdes que tenía delante, seguramente sería Andreas, el compañero de piso de Alessandro. Pues si que era un bicho bueno el italiano…bromas hasta a sus compañeros de piso.-Por cierto, no me he presentado, soy Andreas, encantado.-Comentaba el chico extendiéndome la mano, pero sin poder sonreír mucho por la pasta asquerosa que tenía en la cara. Vaya encuentro, una servidora vestida como la niña del Exorcista después de una fiesta y la masa de bizcocho delante de la misma. Y el muy cabrón riéndose tras la puerta, aguantándose la risa con la mano y pidiéndome que no dijera nada la veces que miraba de reojo.

-Yo soy Zoe, tu vecina.-Decía riéndome después. Los ojos de aquel chico se vieron sorprendidos a pesar de la masa de la cara.

-Oh, entonces eres tú la chica con la que tonteaba por Twitter.-Espera, ¿cómo que tontear?.-Bueno, pues tranquila que te espera una buena con ese cabroncete viviendo aquí. Me voy ya a limpiarme esto, cuando ese venga lo voy a matar. Adiós, Zoe.-Decía sonriendo y metiéndose en su casa. ¡Qué cara tenía! Enseguida miraría a Aless una vez cerrase la puerta.

-Si, lo sé, soy un cabrón. Pero el no aprende.-Murmuró riéndose.-¡No sé cómo se pudo creer que no le gastaría bromas aquí!.-Yo arqueaba una ceja y le terminé tirando de la oreja.

-¿No te da pena? Enserio…¿todas las mañanas?.-Sorprendida le cuestionaba aquello.

-¡Ay! Si, todas, sin olvidar ninguna. Pero esa ha sido la más fuerte desde que he venido a vivir aquí.-Me quedé sorprendida, con la boca un poco abierta, soltándole la oreja.

-Pero si te quedaste a dormir anoche por primera vez.-Cuando dije aquello empezó a reírse más. No sé por qué, pero me gustaba verlo reír, me era agradable ver a una persona tan llena de energía, aunque se tratase de un cabrón en potencia.

-Muy perspicaz, principessa. Por eso lo digo.-Riéndose se acercó a mi rostro y me miró directamente a los ojos.-Y procura que no te las haga a ti también.-Encima me amenazaba…mira chico, una cosa eran los madriles y otra Andalucía. Subí el peine y lo pegué a su mejilla.

-Yo que tú me lo pensaría, por tu propia seguridad, rubito.-Decía sonriendo inocentemente, para después sonreír como si no hubiera roto un plato. Éste empezó a reír a la vez que abría la puerta para marcharse.

-Uuuuh, y yo que creía que las principessas eran dulces y encantadoras, no que amenazaban a sus principi azules. Pero, ¿sabes qué?.-Se acercó a mi mejilla y me plantó un beso.-Me siguen gustando igualmente, o incluso más, las chicas con carácter.-Mi cara era un poema, porque estaba totalmente roja. El italiano se hartaba de reír mientras atravesaba el umbral.-¡Nos vemos, novia de Frankestein!.-Decía despidiéndose con la mano a la vez que cerré la puerta con fuerza. ¿Qué demonios se creía ese italiano de mierda que era? ¿Llegar aquí y dominarlo todo? Pues se equivocaba. ¡Ahhh! Me sacaba de mis casillas.

Cuando me disponía a irme a la cocina, desde donde se escuchaba la canción de Rihanna que tanto me gustaba, oí otro grito desde fuera. ¿Otra broma? Seguro que Andreas había pillado a Aless y le estaba echando la bronca. Me acerqué a la mirilla riéndome  por lo bajo, pero mi sorpresa no fue agradable, fue tanto que mi cara cambió totalmente.

Una rubia abrazaba a Alessandro con gran posesión y él estaba allí algo sorprendido con los brazos extendidos, pero no correspondiendo el abrazo. 

¿Quién coño era esa? 

El rostro del italiano había cambiado totalmente, no tenía la sonrisa ni el brillo en los ojos. Estaba serio totalmente…

Pero sobre todo una cuestión...

¿Quién era esa chica para Aless?


miércoles, 19 de junio de 2013

50-49 Sombras

Capítulo 5 "Crazy, sexy wild"

Con los ojos como platos, es como estaba al encontrarme con aquella persona, que me costó asimiliar que se trataba de quien se trataba: el pitufo. Y se hacía llamar Alessandro y era italiano, por eso entendía muchas cosas de su nombre del twitter, pero había algo que me repateaba muchísimo y era la cara que tenía al decir que era amigo mío a mi hermana, por no dejar de mencionar la sonrisita que me soltó. ¡Uf!
Pero además de tener los ojos como platos, mis mejillas parecían tomates porque la vergüenza que me estaba haciendo pasar era impresionante. Inconscientemente me dirigí al sofá y me senté en él durante unos minutos, asimilando lo que acababa de pasar.-No me acordaba que mi amigo Alessandro venía, lo siento hermana, se me olvidó, como siempre.-Mi hermana me miró arqueando la ceja por el hecho de irme a sentar sin mirar directamente al italiano y mi nuevo vecino. Yo la miraba sonriendo, fingiendo que todo estaba de puta madre. Pero nada de ello era verdad, porque tenía una acumulación de sentimientos en el estómago que ni el hambre ni el chocolate podría calmarlos. Pero no, ninguno de los sentimientos tenía nada que ver con mariposas y esas tonterías de amoríos.

Y el colmo llegaría cuando el rubiales se sentó a mi lado, sonriendo a mi hermana como si fuese la cosa más normal del mundo y como si realmente me conociera de toda la vida. ¡Dios, qué morro estaba teniendo!
A mi hermana le faltaba solo traer el cubo, porque se veía y olía a kilómetros que le atraían no, lo siguiente, el italiano de pacotilla. Que hiciera lo que quisiera con mi hermana, ya era mayorcita para saber con quién liarse y con quién no. Pero ese encuentro tenía que hablarlo seriamente con quien tenía a mi lado ahora.-Natalia, ¿podrías ir a buscarme una carpeta azul y morada de mi cuarto? Son cosas que le tenía que dar a mi querido amigo italiano.-Sonreía con una cara de falsa que no se la creía nadie, pero mi hermana por unos momentos o por el hecho de estar allí sentado el pitufo, asintió y se largó a mi cuarto a buscar una carpeta que no existía.

Cuando comprobé que mi hermana no estaba por allí, tomé entre mis manos un cojín y se lo estampé en la cara al italiano con todas mis ganas.-¡Ahí tienes la ostia! ¡Eso te pasa por pasarte de listo! ¿A qué demonios vienes aquí y encima, a mudarte al lado de mi casa? Voy a pensar que realmente eres un puñetero acosador, Alessandro.-Dije con desgana su nombre, para clavar mis ojos marrones sobre los azules ajenos, con el ceño fruncido del cabreo que llevaba encima. Cabreo que era un resultado de los nervios que recorrían mi cuerpo junto a la vergüenza en sí, todo un logro, vamos.

No sabía si es que aquel rubio no se esperaba mi reacción ni nada por el estilo, pero se me quedó mirando con los ojos ampliados y parpadeando un par de veces con lentitud. Luego en sus labios se dibujó una sonrisa que, al parecer, le caracterizaba mucho. Lo dicho por Rafa, era innato para las bromas, pero lo que no me dijo es que era la persona con la cara más dura que había conocido nunca. Cogió el cojín entre sus manos y me miró.-Uh, la española tiene carácter y todo, nuestra convivencia va a ser molto divertida, principessa y no, ya te dije que no soy un acosador, solo quiero divertirme.-Soltaría una risa, pero en esos momentos me daban ganas de pegarle otro cojinazo. Mi hermana interrumpió mis acciones internas.

-Zoe, en tu cuarto no encuentro esa carpeta…por cierto Aless, ¿me dejas que te llame así? Pues eso, ¿de qué conoces a mi hermana?-La miré y suspiré, fingiendo resignación.

-Bueno, la buscaré yo después y lo conozco de un...-Le decía, cuando de repente el italiano pasó un brazo por mis hombros y me atrajo hacia él, interrumpiendo las palabras que iba a soltar.

-Nos conocimos a través de su amigo de Madrid, Rafael. Zoe es buena chica y me dijo que aquí había un piso vacío, por eso aproveché.-Soltó el muy asqueroso y mentiroso, pero lo peor de todo fue mi hermana, que se lo había creído todo, absolutamente todo. No iba a dejar que se tomara esas confianzas, por lo que con uno de mis brazos, lo alargué hacia el costado ajeno y le pegué un pellizco que ni yo me lo creía. Saltó éste de repente y me miró, frunciendo un poco el ceño.

-¿Qué pasa?.-Preguntó mi hermana, pero salté antes de que lo hiciera él.

-¡Nada! Que simplemente se ha pinchado con una orquilla que estaba por aquí.-Le miré de reojo: ahora te jodes señorito tengo-más-cara-que-espalda. Me soltó del abrazo y suspiré más relajada, entonces me levantaría y miraría a mi hermana.-Bueno, yo me voy yendo a mi cuarto.-El italiano se levantó y me miró con una ceja arqueada.

-¿Te encuentras mal, Zoe?.-Decía preocupándose por mi, pero estaba tan nerviosa que quería quitármelo de en medio cuanto antes.

-Será el olor a pitufo o a guerra, no sé, pero me voy a descansar. Quédate con mi hermana si quieres charlando, yo estoy demasiado cansada porque llevo todo el día en la biblioteca estudiando, pero eso tú ya lo sabías, ¿no?-Le clavé la mirada a los ojos directamente, sonriendo de lado, para darle la espalda y entrar en el pasillo, llegar a mi cuarto y cerrar la puerta tras de mí. ¡Pues toma palo, rubio italiano de pacotilla!

-¿Entonces quieres tomar algo, Aless?-Insistió mi hermana, pero el rostro del rubio de ojos azules estaba un tanto neutro. Negó a mi hermana, sacando una sonrisa encantadora.

-No gracias, Natalia, debo volver al piso a seguir subiendo las cajas de las escaleras y los descansillos.-Sonriéndole, le dio un beso en la mano y, antes de marcharse, miró al pasillo y a la puerta de mi habitación. Mi hermana se quedaría con la cara de pena al ver irse a un pedazo de tío salir por la puerta.

Yo me tumbé en la cama, mirando al techo y pensando, a la vez que en la radio sonaba una canción de Inna. Una que le pegaba mucho a esa situación. Un momento... ¿Qué estaba pasando?

Mi móvil sonó: era un mensaje directo en twitter.

@AlessItalBlue
¿Eso es una declaración de guerra, principessa? :)

Miré la pantalla y suspiré, para no tardar en escribir en él.

@ZoeSonrisaMusical
Las princesas no declaran la guerra, pitufo. Las guerreras si :)

¿Estaba tonteando con él? Era más que evidente, pero mi pequeña "declaración de guerra" era solo el principio de una interesante convivencia a partir de ese día.

 Bienvenido a Andalucía, Alessandro.


martes, 18 de junio de 2013

50-49 Sombras

Capítulo 4 "Nada que perder"

¿Realmente? Me sorprendió para bien el hecho de encontrarme aquella nota dentro del libro de filosofía, porque quisiera admitirlo o no, me gustaban las sorpresas y el chico, aún sin conocerlo físicamente, me estaba empezando a dar curiosidad. ¿Y si resultaba ser el típico gordito con gafas o incluso una persona totalmente distinta? Me decepcionaría, porque una de las cosas que también me gustan de las personas es el físico; con esto no quiero decir que prefiera el físico a la personalidad ni mucho menos, pero si no existe una mínima atracción física pues como que el tonteo pierde la gracia…¿no?

Y si, acababa de admitir que estaba tonteando con él, aunque no terminaba de ser muy clara con mis pensamientos.

-¡Tú! ¡Despierta!.-Me gritó de repente Luna al ver que me había quedado algo dormida, con los pensamientos en el Limbo. La miré a la cara después de levantar mi rostro totalmente rojo por la vergüenza que había pasado al encontrarme aquella nota.

-Ah, perdona Luna, es que mira lo que me he encontrado.-Le cedí el papelito escrito por el pitufo. La cara de Luna era un poema, porque ni ella misma se lo podía creer.

-¡Qué cabrón! ¿Cómo lo ha hecho, si hemos estado las dos pegadas a las maletas?.-Preguntaba la rubia de ojos azules mirando a su alrededor, pero entonces un pequeño “flash” me pasó por la mente.

-¡El chico que me recogió el libro! ¡Debió ser él! Hay dios…ni si quiera sé cómo era porque ni le miré a la cara…-Me llevaba las manos a los pelos, revolviéndolos de la desesperación de haberme encontrado con él y ni si quiera haberle reconocido. Ahora entendía aquello de “la próxima vez abre mejor los ojos”. Muy astuto el pitufo…

Y en esos momentos, Luna me suelta una sonrisa malvada y maligna.-Yo sí sé cómo es…-Canturreaba la muy asquerosa, recordándome que ella si se fijó en el muchacho, incluso le había dedicado sus miradas de coqueteos.

-No seas cabrona, dime cómo era por dios.-Uy estaba sonando demasiado desesperada, pero ¿qué chica no estaría nerviosa de saber que tiene una especie de pitufo acosador que te hace soltar alguna que otra risa por tonterías como notas? Ni que estuviéramos en primaria ni nada…pero aún así seguía gustando.

-Yo solo te digo que…que potrazo has tenido, guapa.-Me dijo de la forma más sincera mi querida amiga Luna, con toda la tranquilidad en su rostro pero viéndose que disfrutaba verme sufrir de aquella manera. ¡Uh! Con lo cotilla que soy yo y una de las cosas que últimamente me está llamando más la atención, mi amiga Luna y mi gran amigo de Madrid me lo ocultan concienzudamente. Cogí el papel  y la miré mal; ella empezó a reírse, porque sabía qué estaba haciendo: le ponía mis ojos de corderito degollado para ver si soltaba prenda. Pero nanai.

No pasó mucho rato desde que nos sentamos hasta que simplemente nos terminamos las bebidas para largarnos de allí.

Me llevé todo el día en la biblioteca hasta pasadas las dos de la tarde: cuando esa hora llegó, Luna se marcharía en coche a su casa y me dejaría en la mía  agradeciéndoselo antes. No comentamos mucho sobre el tema de la nota, solo algo que me gustó mucho: “Relájate e intenta conocerlo un poco más tonta, que no pierdes nada por intentarlo.” Esas palabras me las dedicó en el coche mientras escuchaba una canción de Pignoise, camino a la casa donde iba ahora. 

Cuando quise darme cuenta, mi móvil tenía miles de llamadas perdidas de mi hermana Natalia. ¿Qué había pasado? Corriendo asustada, entré en el portal de mi casa y empecé a subir las escaleras, pensando en las peores cosas que podrían haber pasado para que alguien como mi hermana mayor me llamase al teléfono móvil. Uy, casi me choco con unas cajas del soportal y del descanso de las escaleras, pero ya quedaba menos para llegar a mi piso.

Una vez llegué a mi piso, rápidamente saqué las llaves de la casa y abrí la puerta con un gran susto en el cuerpo.

-¿Qué demonios ha pasado, Natalia?.-Grité a mi hermana entrando en el salón y buscándola, pero cuando entré me encontré a varias personas en él. Todos se levantaron. A todos los conocía. Menos a uno. Un rubio de ojos azules, que medía como un metro ochenta por lo menos. Los ojos de Natalia brillaban como si tuviera estrellitas incrustadas en las pupilas. Uh, ¿un noviete? ¡Qué guay! ¡Mi hermana tiene novio! Por eso, con el aire en los pulmones, o por lo menos recuperándolo, miré al chico y le sonreí ampliamente.-Buenas, ¿me he perdido algo? ¿Quién eres, el novio de mi hermana?.-Entonces, cuando solté aquellas palabras, mi hermana empezó a reírse junto al chico que tenía en frente mía. Hasta era más guapo cuando sonreía.

Pero entonces sería mi hermana quien hablaría.-No, hija, más quisiera yo, pero éste es uno de los nuevos vecinos que tenemos en el piso de al lado. Se llama Alessandro y su compañero de piso se llama Andreas ¿Por qué no me dijiste que conocías a dos chicos italianos que se mudaban aquí?.-Ese gentilicio me puso los pelos de punta. 

No…no podía ser…

El chico ladeó el rostro, entornando los ojos azules y mirándome sonriendo con una sonrisa que te dan ganas o de pegarle por lo guapo y creído que se cree, o por lo adorable que puede parecer.-Encantado de conocerte, principessa asustadiza. –Mis ojos se ampliaron y me puse totalmente roja.


¿¡¡¡Qué!!!?

lunes, 17 de junio de 2013

50-49 Sombras

Capítulo 3 "Stranger"

Asustada, es como me sentía en esos momentos al percatarme del mensaje directo que acababa de recibir. ¿Pero no había puesto el día anterior que se tenía que venir a Huelva? Era imposible que en un día estuviera en Madrid y al siguiente en una biblioteca de una ciudad de Andalucía. No tenía poderes, de eso estaba segura porque la magia no existe. Entonces…¿cómo sabía que estaba hablando con Luna sobre ese tema? ¿Y si era peligroso?...

Hablaría con Rafael cuanto antes, pero mientras debía saber quién era el pitufo que se metió en mi vida con un “buenas noches” en italiano a través de Twitter.

-Zoe, ¿qué te pasa? Estás muy blanca.-Me sobresaltó mi amiga, mirándome preocupada al rostro, con toda la verdad del mundo.

-Me ha enviado un mensaje directo a twitter, tía, ¡que sabe que estamos pegando gritos y hablando sobre darle largas a él!.-Los ojos de Luna era un poema, porque se ampliaron totalmente al escucharme decirle aquello con la voz mucho más baja. Era normal, su reacción era casi igual o igual que la mía al enterarse.

-Dios, esto no me gusta nada, Zoe. A ver si va a ser un acosador de verdad…-El ceño se fruncía de nuevo en el rostro de la rubiales que tenía al lado, pero yo mientras miraba a mí alrededor, buscando a alguien que quisiera unir su mirada con la mía. Nada. Todos hablando por el móvil o estudiando a su bola. Detrás de mí había una fila de chicos hablando entre ellos y riéndose de unas chicas que pasaban por allí. Ninguno tenía el móvil encima. Delante de mí tampoco, gente con portátiles con sus asuntos. Se acabó. Y como estaba asustada, decidí responderle muy seriamente.

@ZoeSonrisaMusical
->¿A qué estás jugando? No me hace ni puta gracia que de repente sepas esas cosas, ¿acaso eres un acosador? Porque como sea así te encontraré para pegarte una hostia en la cara. Advertido quedas, así que deja de seguirme en twitter porque haré lo mismo.

Estaba asustada, más que nada por lo desconocido que era aquella persona para mi. Una persona que no conozco de nada, pero si mi amigo de Madrid, me empieza a seguir en Twitter y después de intercambiar unas cuantas palabras contadas, me dice que me está viendo en un lugar público. ¿Hola? Una de dos, o estaba mintiendo con ese twitter de “que me voy para Huelva” o es que simplemente…estaba obsesionado. Pedía cerrando los ojos que fuese la primera opción. Pero de mi pensamiento me despertó el sonido de mi móvil, de nuevo. Una respuesta de él.

@AlessItalBlue
->Relájate, peque, que no soy ningún acosador ni nada por el estilo. Por favor no te asustes ni me borres, ha sido una broma. Perdona si te ha molestado. Prometo que no lo haré más. Pregúntale a Rafa si quieres saber cómo soy. Un acosador o alguien completamente normal. Vaya bien el estudio.

Después de leer ese mensaje, me sentía mal. ¿Cómo podía sentirme mal si el que me dio el susto fue él? Luna me llamó la atención de nuevo, porque ella miraba a su alrededor, pero no encontró absolutamente nada tampoco.-Yo no veo nada, Zoe. ¿Quieres que nos vayamos, por si acaso?.-Me preguntó, pero yo la miré suspirando y asintiendo. No quería estar allí, quería respirar hondo y buscar otro sitio. Por eso no tardamos mucho en levantarnos del sitio, recoger mis libros y coger la maleta del espaldar de la silla para irnos.

Pero cuando cogí la maleta, algo se cayó al suelo.

El libro de filosofía.

Un chico se agachó y me lo dio.-Chica, se te ha caído esto.-Me dijo el desconocido, pero ni si quiera le miré, cogí el libro y seguí andando.-Gracias.-Dije de forma seca para marcharme de allí, pero como siempre, Luna se quedaba sonriéndole al chico haciéndole tonterías. Era demasiado coqueta con los chicos. Ligaba como quería la condenada. No sé ya cuántos novios ha tenido, pero es normal…

En fin, Luna se acercó a mi oído.-Uy, mañana venimos aquí otra vez, ¿vale?.-La miré de reojo, riéndome después, porque le estaba viendo las intenciones.

-Vale señora-ligo-con-quien-quiero.-Soltó una risa mientras salíamos de la biblioteca.

-Bueno, ¿y a dónde vamos?.-Preguntó mirándome con una ceja arqueada.

-Vamos a la cafetería, así me tomaré algo fresco y me despejo un poco.-Ella asintió ante mis palabras para encaminarnos a la cafetería. Seguía pensando en el mensaje directo del pitufo. ¿Se habría molestado porque fui demasiado dura? ¡Cierto! Cuando llegase a la cafetería llamaría a Rafael, para que me explicase qué estaba pasando.

Una vez me senté en una de las sillas de la cafetería, le dije a Luna que me pidiera un batido de vainilla mientras hacía una llamada. Salí del local y llamé a mi amigo madrileño.

-¡Hola, Zoe! ¿Qué pasa?.-Me saltó Rafael con toda la naturalidad que le caracterizaba, y además, emitiendo energía a través del móvil.

-Hola, Rafa. Quería hablarte de algo serio que me ha pasado. ¿Conoces a uno de tu twitter que se llame AlessItalBlue o yo que sé?.-Le preguntaba mirando a la gente pasar por allí. Al otro lado del teléfono escuché una risa.

-Si, es un amigo mío que vive aquí pero que se va a Huelva a hacer su carrera. No me lo digas, te ha hecho alguna broma, ¿verdad?.-Rafael se reía mucho, pero a mi no me estaba haciendo ninguna. Quizás debía relajarme, porque Rafa era un amigo de confianza y si él estaba tranquilo…quizás debería estarlo yo.

-¿Cómo lo sabes?.-Le pregunté incrédula de que acertase de lleno.

-Porque le hablaba mucho de ti y de mis amigos de Huelva cuando coincidíamos, así que me dijo que te empezaría a seguir en twitter a ver si te podía conocer cuando fuera para allá. Es un bromista nato, pero…¿qué te ha hecho? Te noto seria.-Decía mi amigo madrileño con tono de preocupación.

-Pues me empezó a hablar anoche, pero hoy cuando he venido a la biblioteca a estudiar me ha soltado algo que estaba haciendo en ese preciso momento, por mensaje directo de Twitter.-Suspiré, que me lo explicase o te juro que iba a reventar de la tensión.

-Eso es porque ayer por la mañana se fue para Huelva a arreglar unos papeleos del piso que van a alquilar, además de los rollos de la universidad. Se está mudando ya. Así que seguro que te reconoció y te hizo esa pequeña putada, pero no te preocupes que es un buen tío.-Y volvía a soltar una risa, haciendo que por un momento, me relajara y soltara yo otra risa igual.

-Entonces…puedo calmarme y dejar de pensar que es un acosador y esas cosas, ¿no?-Miraba a Luna que me hacía señas de que el batido ya estaba en la mesa. Le dije que esperase con las mismas señas.

-Si, tranquila, eso si, cuando lo veas le dices que me llame, que el muy cabrón se fue para Huelva y ni me avisó. Me enteré por su madre.-Respiré hondo. ¡Buenas noticias, gracias Rafa!

-Bien, pues eso haré. Aunque ni sé cómo es porque no tiene foto en el twitter ni nada. ¿Cómo es? Para poder localizarlo.-Le preguntaba curiosa. Espera, ¿curiosa? Uh, no, no…

-Mmmm…me da a mí que si no te lo ha dicho por algo es. Ya lo sabrás, Zoe, ¡te dejaré con la intriga! Solo te doy una pista…bueno, mejor no, te cuelgo que ando liado. ¡Suerte!-Y soltando una risa me colgó. ¡¡Rafael Martínez!! Maldito traidor, ni si quiera me dice cómo es físicamente el muy asqueroso…

Luna me hacía señas de nuevo. ¡Que ya voy! Cuando me acerqué me senté en la silla y me la vi bebiéndose una coca-cola mientras yo tenía mi fresquito vaso de vainilla. Saqué los apuntes mientras en la radio de la cafetería sonaba una canción que me gustaba mucho, era de Secondhand Serenade. Y cuando finalmente saqué el libro de filosofía que se me había caído antes, algo más chocó contra la mesa. Un pequeño papel doblado. ¿Y eso? No recordaba tener nada así en el libro. Luna estaba pensando en las musarañas mientras se reía hablando por el whatsapp.

Tenía mucha curiosidad, pero cuando quise fijarme más en el papel, había algo escrito en un lado: “Principessa asustadiza”.

¿¡P-Pero qué cojones…!? ¡No podía ser de él! Con la cara roja como un tomate, abrí la nota incluso nerviosa de ver lo que había en el interior de ésta. Mis ojos se ampliaron y el corazón me dio un vuelco.

“Abre más los ojos la próxima vez, así podrás darme esa querida hostia en la cara."
Tu pitufo acosador : )

Respiré hondo y dibujé una sonrisa estúpida. Oh, dios, ¿cómo ha acabado esa nota en mi libro? Pero si ese libro no lo había tocado nadie…


Una mezcla de nervios y alegría me estaba revolviendo el estómago. Uff…¿me estaba gustando ser acosada por ese chico? Maldito pitufo...