miércoles, 16 de octubre de 2013

50-49 Sombras

Capítulo 19 "I don't wanna miss a thing"

Todo ocurrió demasiado rápido. Y, realmente, no podía creer lo que estaba pasando ante mis ojos que inconscientemente se encontraban llenos de lágrimas. ¿Por el susto? No. Por ver a Aless tirado en el asfalto en mi lugar. ¿Por qué tenía que haberme ocurrido aquello? ¿Por qué a él? Sin esperármelo, alguien se acercó al cuerpo inconsciente o…muerto, de Aless. Mis lágrimas me difuminaban la vista, hasta que decidí apartarlas y darme cuenta de quien era.

Lydia.

Levantándome corriendo me acerqué al cuerpo de Aless, apartándola de un empujón sin importarme lo que dijera o hiciera.-¡Aless! ¡Aless, por dios, despierta!.-Le agitaba con las lágrimas asomándose de nuevo, alterada, sudando y sobretodo, asustada, muy asustada por pensar que podría haberle perdido. Un miembro de la ambulancia me apartó del cuerpo de Aless.

-Señorita, por favor, apártese que nos lo llevaremos enseguida al hospital.-Por otro lado, otro miembro de la ambulancia comprobaba su pulso. Por favor, que estuviera vivo, solo pedía que estuviera vivo.

-¡Tiene pulso! ¡Vámonos!.-Gritó el mismo a sus compañeros para que trajeran la camilla lo más rápido posible.

Yo respiré hondo al poder pensar que tenía la posibilidad de verle abrir los ojos de nuevo. Esos grandes y expresivos ojos azules. Me llevé las manos a la cara y suspiré de alivio, el hecho de tener un peso menos encima, que me aplastara el pecho. Dentro de mi distracción, alguien se acercó por mi espalda y me tocó el hombro. Me sobresalté y giré el rostro para percatarme de que se trataba de David.-¿Zoe? ¿Qué ha pasado?.-Me murmuraba con el rostro completamente blanco, ya que no me esperaba allí en medio de esa escena.

-Han atropellado a Aless por mi culpa…-Me volví a llevar las manos a la cara para tapármela de la vergüenza al sentir que Aless podría haber muerto por mi culpa. Solo por mi culpa.

-Tranquila, que seguro se pondrá bien.-Las palabras de David fueron interrumpidas al escuchar que uno de los miembros de la ambulancia me llamaba con la mano.

-¡Señorita, venga con nosotros al hospital!.-No tardé en acercarme allí.

-Lo siento David, luego hablamos.-Decía sonriendo de forma triste mientras me volvía a secar las lágrimas de los ojos ya secos. Unos segundos más tarde estaba con el chico de la ambulancia.

-Está estable pero inconsciente. ¿Lo conoce de algo?.-Me cuestionó aquella persona. La respuesta salió de mis labios como una bala de una pistola. Sin esperar ni perder tiempo.

-Soy su novia. ¡Por favor, vayámonos ya, no quiero perder tiempo!.-Decía alterada, aunque el rostro de aquel chico se vio más relajado al verme de aquella manera.

-Bien, entonces vamos.-Me abrió la parte de atrás de la ambulancia donde iría sentada en uno de los bancos, con Aless en medio tumbado en la camilla. Aún con los ojos cerrados y varias magulladuras del atropello. Quería verle sonreír, verle bromear y haciéndome bromas. Que me escribiera de nuevo por el lugar que nos conocimos. No quería que me dejara.

¿Qué… me estaba pasando?

Agitando mi rostro me centré solo en cogerle de la mano y apretarla con fuerza. Las conversaciones entre los enfermeros de la ambulancia no la escuchaba, solo Aless era mi centro de atención.

Diez minutos después llegamos al hospital, donde enseguida bajaron a Aless para llevarlo a urgencias donde comenzarían a atenderle con toda la rapidez del mundo. A mi me hicieron preguntas sobre mi estado físico. No, no había recibido daño alguno porque el héroe que me salvó se encontraba con los daños en mi lugar. Estuve en la sala de espera después de que me mandaran allí, en la puerta de urgencias con las esperanzas de que pronto saliera alguien a decirme algo sobre el estado de Aless. Escuché pasos, pero no era de la sala de urgencias.-Vaya, al parecer no hay mal que por bien no venga.-Murmuró una voz a la que le puse cara nada más levantar el rostro.

Lydia de nuevo.

-¿Qué haces aquí, Lydia?.-Murmuré con el ceño fruncido. Estaba muy cansada y lo que menos quería era la presencia de una arpía como ella en aquel lugar.

-Te recuerdo que soy la ex novia de Aless y me preocupo por él. No tiene nada de malo que esté aquí.-Sonreía aquella asquerosa con sorna. Pero la corté enseguida.

-Si tiene de malo cuando molestas a su actual novia.-Fruncía el ceño a la vez que apretaba las manos aguantándome las ganas de atizarle un puñetazo en aquella cara de niña operada que tenía.

-Tienes mucho valor en decirme eso cuando tú fuiste la causante del estado actual de tu querido novio.-Soltaba con frialdad y afilando la mirada. Espera.

¿Realmente había tenido la culpa? Si…la había tenido. Aless estaba así por mi culpa. Solo por mi culpa y nada más. Si no hubiera estado con él esto no habría pasado.

-Ya basta Lydia. Déjala.-Murmuró otra voz. David. Levanté el rostro y me quedé perpleja al ver que se encontraba al lado de la misma.

-¿Qué…? ¿Cómo…?.-Respiré hondo.-¿De qué…os conocéis?.-Mi pregunta resonó en el eco de la sala de espera.


¿Qué estaba pasando?


martes, 15 de octubre de 2013

50-49 Sombras

Capítulo 18 "Russian Roulette"

Ajena a todo problema, me encontraba embelesada, atontada y, para ser más claros, idiotizada por aquel italiano que tanto le costó estar como estaba conmigo en esos momentos. ¿Qué pasó? Simplemente fue directo y me dijo lo que sentía, aunque se nos habían puesto unos cuantos problemas por delante, pero ya no importaba nada de eso porque simplemente estaba viviendo, por primera vez, un pequeño mundo donde solo estaba yo y Alessandro. Aunque, lejos de mi y él, había gente que no nos deseaba nada bueno. En absoluto, querían nuestra destrucción inmediata de aquella pequeña relación que habíamos conseguido forjar en poco tiempo.

-Si, está confirmado, están juntos.-Decía una voz masculina hacia lo que parecía ser la figura de una chica cruzada de brazos, con el ceño fruncido y mirándonos a lo lejos con toda la malicia del mundo.

-Bien, pues tranquilo David, que cada uno conseguiremos nuestra parte en cuanto pueda separar a esa pareja de gilipollas. Nadie me quita lo que es mío y menos una estúpida española como esa.-Murmuró con mucha furia la chica a la vez que miraba de reojo al chico que ahora ésta tenía a su lado. Éste no parecía muy contento por las palabras ajenas.

-No hace falta que la insultes… Lydia.-Murmuraba David con bastante molestia a la vez que seguía observándonos a nosotros dos, tanto a Aless como a mí. Yo no sabía nada de esto, no sabía lo mala que podía ser la envidia y el rencor en una persona. Y, por desgracia, no tardaría en averiguarlo…

-Zoe, ¡oye, Zoe!.-Me despertó la voz de Aless que me miraba con una sonrisa en el rostro a la vez que ladeaba éste con bastante incertidumbre en su cara.-¿Qué te pasa? Parecía que soñabas despierta.-Murmuraba hasta que sonrió ampliamente.-¡Sé que soy como un príncipe de ensueño, pero no es para tanto, principessa!.-Soltaba una risa, provocando que yo parpadeara y luego soltara una risa de la misma forma.

-No, no. Tú eres el malvado de cualquier película, ¡que quede eso muy claro!.-Me levantaba animada para no tardar en tirar de su muñeca y levantarle de igual manera.-Así que levántese señor príncipe malvado, que nos vamos a dar una vuelta como lo merece.-Solté otra risa jalando de él, sin esperar respuesta. Por alguna razón, sentía que algo no iba bien y por eso actuaba como estaba actuando con Aless. Tenía un mal presentimiento, de estas sensaciones que te ponían los pelos de punta. ¿Qué me estaba pasando? Con Aless estaba muy bien, pero… esa sensación no desaparecía.

Andaba por la plazoleta, subiendo una cuesta para no tardar en llegar a la parte de los restaurantes de comida rápida, como el burguer de la esquina. Cuando, de repente, Aless me tiró del brazo y me echó hacia sus brazos. Solté una risa.-¿Qué pasa?.-Le miraba arqueando una ceja.

-Nada, solo que parece que tienes prisa o estás incómoda conmigo.-Me murmuró de inmediato. ¿Se había dado cuenta?

-Estoy bien, solo que tengo una sensación rara. Creía que sería hambre pero ya hemos comido.-Comentaba mirando a un lado.

-Y tanto que hemos comido, nos hemos hartado.-Sonreía levemente para no tardar en acariciarme la mejilla con suavidad.-¿Seguro que eso es todo? ¿No te habrás cansado de mi, verdad?.-Volvía a cuestionarme con un puchero en la cara, claramente intencionado. Yo le miré y saqué la lengua, a la vez que me sacaba las llaves de mi casa del bolsillo, quitando de éstas una especie de llavero en forma de piedra perfectamente perfilada y rectangular. De color celeste. Se la extendí.

-¿Ves esto? Pues quédatelo.-Dije de forma clara y mirándole a los ojos.-Mientras esto esté contigo, debes estar tranquilo.-Era algo muy preciado para mi y quería que estuviera seguro de lo que estábamos empezando a tener. Aless tomó la piedra entre sus manos y sonrió ampliamente.

-Me gusta, se parece al colgante de un personaje de televisión.-Se quedaba pensativo intentando recordar el nombre.

-Naruto.-Murmuré de forma clara, ya que la compré porque realmente se parecía.-Es de ese anime.-Éste se vio sorprendido al escuchar aquel nombre y asintió enérgicamente.

-¡Si, ese mismo!.-Sonriendo ampliamente aún, tomó un colgante de cuero que tenía en el cuello y lo abrió para meter la piedra en el mismo.-¿Ves? Ahora soy como ese, rubio, con ojos azules y un colgante.-Soltaba una risa. Me sorprendí ya que no esperaba que fuera tan friki en ese sentido.

-Vaya, un italiano con lado friki. Eso me gusta.-Sonreía sin poder creer que viera cosas así. Sin esperármelo, de nuevo, éste aprovechó mi sonrisa para acercarse a mí y besarme de forma fugaz.

-Y muchas cosas más de mi que no sabes.-Me sonreía, pero en esa sonrisa había algo raro. No parecía la suya. ¿Qué estaba ocurriendo?

Andando de nuevo por las calles del centro de la ciudad, con bastante gente había que añadir, se podía ver muchos vehículos, atascos y, en general, demasiado abarrotado todo para mi gusto. Esperando en un semáforo, fui a decirle algo a Aless al oído, pero… sentí un gran empujón. Un empujón que me lanzó a la carretera.

-¡ZOE!.-Escuché gritar a Aless, cuando levantando mi mirada me ví los faros de un coche acercándose a mi. Cerré los ojos fuertemente.

Todo ocurrió muy rápido.

Gritos. Sirenas de ambulancias. Más gritos. Oscuridad.

Lo peor vino cuando pude abrir los ojos.

No era mi cuerpo el que estaba tirado en el asfalto.


-¡¡¡¡¡ALESS!!!!!