Capítulo 28 - Farewell
¿Cómo me sentaron a mi esas palabras tan frías de Alessandro
al enterarme que regresaba a Italia al siguiente día? Pues de la misma manera
que se puede sentir una patada en el estómago, un corte en cualquier parte del
cuerpo, una sensación que provocaba una ansiedad en el pecho, solo de pensar
que simplemente no volvería a verlo más. Y que, lo más triste de todo, él tenía
interés en conocerme a pesar de haber perdido la memoria. A pesar de haber
tenido ese interés mucho antes. Cuando todo comenzó con un mensaje de una red
social.
Bajé la mirada al
escucharle, donde él se dispuso a hablarme, pero la voz de Luna interrumpió
aquel silencio.-¿Qué vas a hacer entonces? ¿Te vas a ir porque tu padre te
obliga? Tenía entendido que estarías todo el curso con Andreas en el piso,
Aless…-Susurró mirándole con tristeza, pero ahora mismo el italiano se estaba
sintiendo peor que yo. Y no lo estaba percibiendo en ningún momento.
-Es extraño que mi padre me llamara de tal manera, que me
hablara como me ha hablado. Algo no me cuadra…-Apretó las manos, creando puños,
los cuales observé sin poder levantar la mirada a sus azulados ojos. No porque si
no me pondría a llorar como nunca lo había hecho. Ya era demasiado triste que
no me recordara, pero más triste era aún que se volviese a su tierra sin siquiera
saber de mi existencia y hueco en su vida el tiempo que ha estado aquí. Suspiré
y decidí echarme hacia atrás.
-Yo…debo seguir haciendo cosas. Mucha suerte entonces,
Alessandro.-Y con aquellas palabras, me giré para no poder ver el gesto de
sorpresa que se colocó en su rostro al escucharme decir aquellas palabras tan
frías y tan distantes. Más distantes que nunca.
-¡Espera! ¿Así sin más?.-Decía mientras yo seguía avanzando,
sin esperar a Luna. Quería irme. Y quería tirarme en la cama cuanto antes para
poder hundir mi cara en la almohada y llenarla de agua de lágrimas. Para poder
realizar aquello que quería hacer cuanto antes, simplemente me fui corriendo.
No quería oír más. Ya había tenido suficiente.
Sin saber cómo, mientras andaba, empezó a hacer frío y el
cielo se oscurecía de forma leve: encima iba a empezar a hacer bochorno, algo
que odiaba con todas mis ganas ya que llegaba a agobiarme demasiado si me
pillaba en la calle. Pero de ahí a que empezase a llover, era algo que no me
esperaba en absoluto. Y allí estaba yo, andando hacia mi casa, con una lluvia
de semi-verano cayendo sobre mí y mojándome el pelo al que le había dedicado un
cierto tiempo por la mañana. Pero me daba igual.
Nada más llegar a mi casa me encontré con mi madre, que me
preguntaba con una voz tranquila si estaba lloviendo, para recoger la ropa que
tenía tendida. Cosas de madres que no cambiaban…
Yo directamente me fui a la ducha, algo que me sentó bien
pero que no me quitó los problemas que tenía sobre los hombros. Y si me ponía a
resumir todo, me deprimiría…
El chico al que conocí y el cual me empezó a gustar
demasiado, tuvo un accidente por protegerme y en él perdió la memoria. Para más
“inri”, su exnovia se hizo pasar por la novia actual, que era yo, y lo alejó de
mi. Y cuando por fin creía que volvía a tener interés en mí, su padre le obliga
a volver a su tierra natal.
Demasiado triste, ¿no creéis?
Pues con esos pensamientos me fui a la cama. Sin esperar un
minuto más.
Las horas pasaron de forma lenta, pero al final acabé
cayendo en un sueño. En un sueño donde aparecía Alessandro conmigo, en aquella
plaza comiendo hamburguesas junto a mi, sentados con tranquilidad y riéndonos.
Sin olvidar de besarnos y abrazarnos. Todo se interrumpió con la luz de unos
focos, donde alguien gritaba mi nombre. Demasiado cerca.
-¡¡Zoe!!.-Me despertó aquella voz y cuando levanté la
mirada, me encontré a Luna mirándome asustada y jadeando, como si viniera
corriendo.
-¿Qué pasa?.-Murmuré medio dormida, a lo que mi querida
amiga reaccionó de una forma un tanto alarmante.
-¿Tú para qué coño quieres el móvil o el whattsap? ¡Te he
estado llamando toda la maldita mañana! Vamos, ¡Aless se va en breve a Italia!
Cogerá un avión a Madrid y de allí se van. Vamos.-Me tiró de la cama
empujándome.
-Luna, lo mío con Aless está acabado, ¿no te das cuenta?.-Me
tapé con la almohada, pero entonces me pegó una patada en el culo que caí de la
cama.
-¿Y a mi qué? A él le sigues gustando incluso después de
haber perdido la memoria, así que por lo menos saca el genio andaluz que tienes
y ve a Sevilla a despedirte de él como merece.-Me gritaba mientras me tiraba la
ropa para ponérmela.
-Luna, esto no es una película americana ni una novela. Han
sido casualidades y muchos impedimentos, da igual que vaya a despedirle, no me
va a recordar ni a la de tres.-Dije mirando la ropa que me tiraba.
-¡Tú eres la encargada de escribir tu vida, Zoe! Da igual
que no sea una película americana como la de “La proposición” o cosas así,
sigue siendo tu vida y solo tú eres la directora de ella. Y después de tanta
charla, tienes dos minutos para vestirte, eso o te saco en pijama a
Sevilla.-Tras aquellas sentenciadoras palabras, cerró la puerta esperándome
fuera. Vale, sé que no había sido demasiado valiente, pero ya tuve suficientes
palos como para que me ocurriera uno más. Estar allí despidiendo a Aless y éste
sonriéndome como si fuera una desconocida. Una imagen que no quería recordar.
Sin más remedio, cogí la ropa que me dio Luna y me la
coloqué en menos tiempo del que esperaba: una vez con la ropa y todo listo, ella
y yo salimos en coche hacia Sevilla. Era Andreas quien conducía y suponía que
él era quien avisó a la rubia loca de que Aless se iba en unas horas. Yo miraba
por la ventana como si de un videoclip de Rihanna o Dani Martín se tratase.
Tras una hora y media, llegamos a Sevilla, acercándonos al
aeropuerto de allí. No miraba el paisaje, solo buscaba aquel dichoso lugar para
despedirme cuanto antes. ¿Tan duro se me iba a hacer despedirme de la persona
que actualmente más me gustaba?
Yo no sabía que sí.
Mientras entrábamos en el aeropuerto, escuchamos los
altavoces de las cabinas decir ciertas palabras claves que nos hizo alarmarnos:
vuelo e Italia. A punto de marcharse.
No, por lo menos un adiós en condiciones. Zoe, tienes que
ser fuerte, solo un adiós y buena suerte…
Eso susurraba mi mente, hasta que abrí los ojos al escuchar
su voz, levantándonos la mano para saber que estaba allí. Con la maleta a su
lado y en la puerta de embarque.
-¡Aquí!.-Gritaba el italiano. Cuando nos acercamos, me miró
sorprendido.-Vaya, no sabía que vendrías a despedirme.-Murmuró sonriendo de
forma leve, quizás incluso triste. Soltó una risa con Andreas y le estrechó la
mano.-Mucha suerte tío, cuida a la muchacha ¿eh? Que las españolas tienen mucho
carácter…-Soltó otra risa al ver la cara de Luna, ya que aquellas palabras iban
para ella.
Luego sus ojos se pusieron sobre mi silueta, con la mirada
agachada.-Bueno bambina, gracias por haber venido.-Estiró la mano y yo la miré,
arqueando una ceja, cuando inocente de mi, la estreché. En ese momento sentí un
empujón que venía de la misma mano: me envolvió en sus brazos.-No sé por qué,
pero me alegro que hayas venido tú más que nadie…-Me susurró al oído, aunque
cuando quiso separarse, el colgante que yo llevaba puesto y el suyo, se liaron
como los cascos de un mp3.
-Ammm vaya, lo siento.-Levanté la mano para quitar aquel
embrollo, cuando me fijé en el colgante. Era el mismo…que yo le di. Me quedé
mirándolo sorprendida totalmente y él, al ver mi rostro, lo miró también.
-¿Ocurre algo?.-Yo parpadeé y sonreí de leve.
-Nada, solo que ese colgante me recuerda al de un personaje
de una serie de estas manga.-Solté una risa.-A Naruto.-Susurré, él me escuchó y
soltó una risa. Cuando quise darme cuenta, el sonido de aviso de embarque
volvió a aparecer.
-Bueno, gracias a todos, os intentaré escribir o algo.-Soltó
una risa, echándome una mirada sin yo darme cuenta y salir corriendo por el
pasillo hacia el avión. Se escuchaban las voces de Luna y Andreas, gritándole y
deseándole suerte. Yo no hice nada, solo agitar la mano con timidez.
En el preciso momento que tomaba asiento en el coche de
Andreas para volver, Aless lo hacía en el avión, mirando el colgante.- Hmmm si
es cierto, es como el de Naruto.-Susurró en voz alta.
Ojos azules.
Rubio.
“Vaya, un italiano con lado friki. Eso me gusta”.
Esas palabras rebotaron en la mente del chico, provocando
que ampliara los ojos asustado.
-¿Zoe…?¡Zoe!