miércoles, 19 de junio de 2013

50-49 Sombras

Capítulo 5 "Crazy, sexy wild"

Con los ojos como platos, es como estaba al encontrarme con aquella persona, que me costó asimiliar que se trataba de quien se trataba: el pitufo. Y se hacía llamar Alessandro y era italiano, por eso entendía muchas cosas de su nombre del twitter, pero había algo que me repateaba muchísimo y era la cara que tenía al decir que era amigo mío a mi hermana, por no dejar de mencionar la sonrisita que me soltó. ¡Uf!
Pero además de tener los ojos como platos, mis mejillas parecían tomates porque la vergüenza que me estaba haciendo pasar era impresionante. Inconscientemente me dirigí al sofá y me senté en él durante unos minutos, asimilando lo que acababa de pasar.-No me acordaba que mi amigo Alessandro venía, lo siento hermana, se me olvidó, como siempre.-Mi hermana me miró arqueando la ceja por el hecho de irme a sentar sin mirar directamente al italiano y mi nuevo vecino. Yo la miraba sonriendo, fingiendo que todo estaba de puta madre. Pero nada de ello era verdad, porque tenía una acumulación de sentimientos en el estómago que ni el hambre ni el chocolate podría calmarlos. Pero no, ninguno de los sentimientos tenía nada que ver con mariposas y esas tonterías de amoríos.

Y el colmo llegaría cuando el rubiales se sentó a mi lado, sonriendo a mi hermana como si fuese la cosa más normal del mundo y como si realmente me conociera de toda la vida. ¡Dios, qué morro estaba teniendo!
A mi hermana le faltaba solo traer el cubo, porque se veía y olía a kilómetros que le atraían no, lo siguiente, el italiano de pacotilla. Que hiciera lo que quisiera con mi hermana, ya era mayorcita para saber con quién liarse y con quién no. Pero ese encuentro tenía que hablarlo seriamente con quien tenía a mi lado ahora.-Natalia, ¿podrías ir a buscarme una carpeta azul y morada de mi cuarto? Son cosas que le tenía que dar a mi querido amigo italiano.-Sonreía con una cara de falsa que no se la creía nadie, pero mi hermana por unos momentos o por el hecho de estar allí sentado el pitufo, asintió y se largó a mi cuarto a buscar una carpeta que no existía.

Cuando comprobé que mi hermana no estaba por allí, tomé entre mis manos un cojín y se lo estampé en la cara al italiano con todas mis ganas.-¡Ahí tienes la ostia! ¡Eso te pasa por pasarte de listo! ¿A qué demonios vienes aquí y encima, a mudarte al lado de mi casa? Voy a pensar que realmente eres un puñetero acosador, Alessandro.-Dije con desgana su nombre, para clavar mis ojos marrones sobre los azules ajenos, con el ceño fruncido del cabreo que llevaba encima. Cabreo que era un resultado de los nervios que recorrían mi cuerpo junto a la vergüenza en sí, todo un logro, vamos.

No sabía si es que aquel rubio no se esperaba mi reacción ni nada por el estilo, pero se me quedó mirando con los ojos ampliados y parpadeando un par de veces con lentitud. Luego en sus labios se dibujó una sonrisa que, al parecer, le caracterizaba mucho. Lo dicho por Rafa, era innato para las bromas, pero lo que no me dijo es que era la persona con la cara más dura que había conocido nunca. Cogió el cojín entre sus manos y me miró.-Uh, la española tiene carácter y todo, nuestra convivencia va a ser molto divertida, principessa y no, ya te dije que no soy un acosador, solo quiero divertirme.-Soltaría una risa, pero en esos momentos me daban ganas de pegarle otro cojinazo. Mi hermana interrumpió mis acciones internas.

-Zoe, en tu cuarto no encuentro esa carpeta…por cierto Aless, ¿me dejas que te llame así? Pues eso, ¿de qué conoces a mi hermana?-La miré y suspiré, fingiendo resignación.

-Bueno, la buscaré yo después y lo conozco de un...-Le decía, cuando de repente el italiano pasó un brazo por mis hombros y me atrajo hacia él, interrumpiendo las palabras que iba a soltar.

-Nos conocimos a través de su amigo de Madrid, Rafael. Zoe es buena chica y me dijo que aquí había un piso vacío, por eso aproveché.-Soltó el muy asqueroso y mentiroso, pero lo peor de todo fue mi hermana, que se lo había creído todo, absolutamente todo. No iba a dejar que se tomara esas confianzas, por lo que con uno de mis brazos, lo alargué hacia el costado ajeno y le pegué un pellizco que ni yo me lo creía. Saltó éste de repente y me miró, frunciendo un poco el ceño.

-¿Qué pasa?.-Preguntó mi hermana, pero salté antes de que lo hiciera él.

-¡Nada! Que simplemente se ha pinchado con una orquilla que estaba por aquí.-Le miré de reojo: ahora te jodes señorito tengo-más-cara-que-espalda. Me soltó del abrazo y suspiré más relajada, entonces me levantaría y miraría a mi hermana.-Bueno, yo me voy yendo a mi cuarto.-El italiano se levantó y me miró con una ceja arqueada.

-¿Te encuentras mal, Zoe?.-Decía preocupándose por mi, pero estaba tan nerviosa que quería quitármelo de en medio cuanto antes.

-Será el olor a pitufo o a guerra, no sé, pero me voy a descansar. Quédate con mi hermana si quieres charlando, yo estoy demasiado cansada porque llevo todo el día en la biblioteca estudiando, pero eso tú ya lo sabías, ¿no?-Le clavé la mirada a los ojos directamente, sonriendo de lado, para darle la espalda y entrar en el pasillo, llegar a mi cuarto y cerrar la puerta tras de mí. ¡Pues toma palo, rubio italiano de pacotilla!

-¿Entonces quieres tomar algo, Aless?-Insistió mi hermana, pero el rostro del rubio de ojos azules estaba un tanto neutro. Negó a mi hermana, sacando una sonrisa encantadora.

-No gracias, Natalia, debo volver al piso a seguir subiendo las cajas de las escaleras y los descansillos.-Sonriéndole, le dio un beso en la mano y, antes de marcharse, miró al pasillo y a la puerta de mi habitación. Mi hermana se quedaría con la cara de pena al ver irse a un pedazo de tío salir por la puerta.

Yo me tumbé en la cama, mirando al techo y pensando, a la vez que en la radio sonaba una canción de Inna. Una que le pegaba mucho a esa situación. Un momento... ¿Qué estaba pasando?

Mi móvil sonó: era un mensaje directo en twitter.

@AlessItalBlue
¿Eso es una declaración de guerra, principessa? :)

Miré la pantalla y suspiré, para no tardar en escribir en él.

@ZoeSonrisaMusical
Las princesas no declaran la guerra, pitufo. Las guerreras si :)

¿Estaba tonteando con él? Era más que evidente, pero mi pequeña "declaración de guerra" era solo el principio de una interesante convivencia a partir de ese día.

 Bienvenido a Andalucía, Alessandro.


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