lunes, 22 de septiembre de 2014

50-49 Sombras

Capítulo 29 "Payphone"

Y de repente me desperté.

Cuando abrí los ojos me di cuenta que aún seguía en el coche con Luna y Andreas, volviendo a casa tras despedirnos…de Alessandro. Cerré los ojos de nuevo pensando en lo que podría haber pasado si realmente me hubiera podido recordar aunque fuera por unos segundos al menos. Querría haberme despedido de él como se merecía y no de aquella manera tan fría y cortante. Él no tuvo la culpa de haber perdido la memoria, pero yo si. Y no dejaría de culparme a mí misma por lo que le hice: por culpa de ello estaba Lydia dando vueltas a mi alrededor, a su alrededor y jodiendo todo lo que podía prosperar a la mejora de su memoria. Quizás era el karma, ¿quién sabe?. La cuestión era que simplemente lo dejé ir. Lo dejé regresar a la tierra a la que pertenecía. Él allí. Yo aquí.

Vidas distintas.

Y así me lo tomé los siguientes días que pasaron, seguía yendo a la que era mi nueva universidad y la cual estaba rodeada de gente totalmente nueva. Un cambio siempre venía bien y para mi suerte, el nombre de Alessandro pasó a un segundo plano. O eso era lo que quería creer. En uno de los encuentros de clase, conocí a una persona distinta, un chico que parecía cuidar de mí bastante y con el que me dejaba llevar: estaba tranquila a su lado y me hacía reír lo suficiente como para no pensar en otras cosas. Todo iba bien ¿no? Aless estaba en su casa y yo vivía en la mía. Pero entonces…¿por qué no dejaba de pensar en él por cada minuto que pasaba? El hecho de olvidar a Aless era una tarea que me llevaría más tiempo del que pensaba.

Quedé una de las tardes con Luna, para charlar un poco y ver cómo le iba con Andreas, que al parecer decidió quedarse y…¡adivinad! Luna vivía ahora con él, le pillaba mucho más cerca de la universidad que el lugar donde vivía anteriormente. Me alegraba mucho por ella ya que había encontrado la estabilidad que tanto añoraba. Encontrándonos en una parte del centro de la ciudad, vi a Luna llegar con una sonrisa en su rostro. Pero aquella sonrisa denotaba algo de tristeza. Pensé en lo peor en el tiempo que se acercaba a mí.

-Hola cariño, ¿cómo estás?.-Me preguntó mi amiga con una sonrisa, sentándonos en un banco con toda la tranquilidad del mundo.

-Pues estoy bien, las clases están yendo mejor de lo que pensaba la verdad, aunque hay algunas cosas que espero que se solucionen: los organizadores de la universidad son un poco desastre ¿sabes?.-Solté una risa a la vez que la miraba.

-Bueno, pues si te contase cómo me va a mí…es un desastre total, más que en la tuya seguro. No tenemos ni delegado, con eso te lo digo todo.-Sonriendo bebió de la coca cola que se compró en uno de los kioskos. Entonces me miró ya con un rostro de preocupación.-¿Sabes algo de Alessandro…?

Mi cuerpo se descompuso al escuchar su nombre, pero respiré hondo y la miré luego.-No, absolutamente nada, total, ya está en su casa y ha decidido quedarse allí. Ya nada nos une.-Sonreí con pocas ganas, colocando mi mirada en el suelo que componían a las calles del centro.

-Zoe…-Susurró Luna mientras me miraba, luego colocaría su mano sobre mi hombro. Entonces fruncí levemente el ceño al mirarla. No entendía a qué venían aquellas caras.-Alessandro se ha puesto en contacto con Andreas.-Amplié mis ojos como pude al escuchar aquello, sin terminar de entenderlo de igual manera que no entendí en su momento las caras de Luna.

-¿Cómo…?.-Me quedé sorprendida, pero las sorpresas vendrían después.

-No sé por qué, pero me lo dijo anoche asustado, porque no solo se puso a hablarle a él, sino que estuvo preguntando por ti. Estaba ansioso por ponerse en contacto de nuevo contigo…-Y cuando aquellas palabras llegaron a mis oídos, otro sonido le acompañó. Era mi móvil. Cuando abrí mi móvil, me vi una notificación de Twitter. Mis ojos se ampliaron más al desplegar el menú y verme qué me esperaba en aquella red social.

@AlessItaBlue
Cabina.

Mis ojos se ampliaron de nuevo, teniendo un escalofrío por el cuerpo como la primera vez que leí un mensaje de él. ¿Qué quería decir con aquella palabra? Y cuando no pude terminar de razonar aquello, una de las pocas cabinas viejas que quedaban en el centro de la ciudad…empezó a sonar. Luna y yo nos miramos rápidamente, pero sin que pudiera decirle nada más, me levanté corriendo hacia dicho objeto, para entrar y coger el teléfono.

Un suspiro sonó a través del otro teléfono.

-Buenas tardes…principessa.




FanFic "Viva Forever"

Lágrima de Luna.

Érase una vez una luna. Una luna que se encargaba de ofrecer al mundo sus necesidades: Esperanza, Ilusión, Recuerdos,…

Pero el mundo seguía necesitando algo más, algo que los despertase y provocasen que la luz que vivía en ellos se encendiera y nunca más se apagara. Entonces decidió fijarse en el mundo, observaba miles de personas por años, siglos…pero no encontraba lo que el mundo necesitaba. Estaba lleno de guerras y conflictos que nadie podía terminar de arreglar. Y quienes más le preocupaban eran los niños: los creadores y encargados de expandir aquello en lo que más creía la Luna.

Entonces vio nacer a un niño que la Esperanza le brindó. Un chico que cuando creció un poco, decía que “nunca quería crecer más”. Nunca quería olvidar aquella Ilusión, aquellos Recuerdos de su infancia, no quería tenerle miedo a nadie, quería seguir teniendo la Esperanza que sus problemas se arreglarían.

Y la Luna le ayudó.

Le ayudó enviándole a una pequeña amiga suya, amiga de la creadora de los Recuerdos. Alguien que le daría luz a sus ideas. Junto a esa “Luz”, recorrieron el mundo, colocando un poco de “Alegría” dentro de los corazones de los niños. Dentro de los corazones de quienes más acompañaban a los niños en sus aventuras e infancia: los juguetes. Aquellos compañeros de aventuras cobraron vida con el firme propósito de estar siempre al lado de sus dueños, de sus niños elegidos. Recorrían el mundo con alegría en sus mentes, con recuerdos felices que les hacían volar a la imaginación y a la creación de un mundo más alegre. La Alegría llegaría incluso a otros mundos donde todo era demasiado pequeño para ser visto o las puertas de los armarios lo ocultaban de día y dejaban expandir su alegría por las noches.

Todo salía bien, hasta que la propia Luna se daba cuenta que la promesa que le hizo a ese chico, se podía romper.

Se podía romper por el paso de los años.

Aquel muchacho indirectamente, le pedía a su amiga del cielo que le ayudara. Que no le dejara crecer, ni incluso le dejara llegar a morir.

Y de nuevo, lo hizo.

Le ayudaría.

Pero iba a ser algo que la Luna nunca hizo. Y que prometería no hacer más.

Aunque supondrían muchas cosas al hacerlo. Supondría, ni más ni menos, que la desaparición de su existencia en el mundo. La Luna no quería hacerlo, pues era alguien que le ayudó a expandir la Alegría por el mundo, pero ahora, aquel Hombre, estaba dispuesto a hacerlo.

Y con ello, aceptaron el trato.

Cuando los años pasaron y la luz interior de aquel “niño” se iba apagando, la Luna lloraba de tristeza. Y una de las lágrimas se quedó en el firmamento.

A la vez que aquella lágrima se convertía en estrella, su querido amigo dejaba aquel mundo. Dejaba la vida. Y nacía de nuevo, pero en la estrella y lágrima de su fiel amiga.

La “Luz” del chico volvió a nacer, acompañándole en un lugar nuevo. Un lugar al que llamaron “Nunca Jamás”.

Aquel príncipe de la Alegría abandonó el mundo para expandirla en uno totalmente distinto.

Y la Luna no lo dudó un segundo. Elegiría a un Guardián de la Alegría para que no ocurriera de nuevo aquello, que no ocurriera el hecho de volver a sentir tristeza. Para que no derramara más lágrimas.

Como si de una súplica se tratara, nació un nuevo Guardián.

Y a ese Guardián de la Alegría le pidió algo, que los juguetes al que aquel chico había dado vida y él mismo, se encargaran de decir algo indirectamente a los niños:

“Que no se olvidaran de Creer, de Ilusionarse, de tener Esperanza ante todos los sucesos que ocurran, de Alegrarse por los buenos momentos, de Divertirse con los seres queridos, pero sobre todo…que si querían seguir siendo lo que eran, si querían tener una Luz en su interior…debían seguir la segunda estrella a la derecha y todo recto, hasta el amanecer.”

Gracias Peter.

                                                                                                                      Jack Frost


Se trata de un FanFic creado para un pequeño concurso de los mismos, donde quise poner un toque de novela, como una introducción a una posible nueva novela. Espero os guste, porque me inspiré mucho al escuchar esta canción. Un saludo.

lunes, 28 de julio de 2014

50-49 Sombras

Capítulo 28 - Farewell

¿Cómo me sentaron a mi esas palabras tan frías de Alessandro al enterarme que regresaba a Italia al siguiente día? Pues de la misma manera que se puede sentir una patada en el estómago, un corte en cualquier parte del cuerpo, una sensación que provocaba una ansiedad en el pecho, solo de pensar que simplemente no volvería a verlo más. Y que, lo más triste de todo, él tenía interés en conocerme a pesar de haber perdido la memoria. A pesar de haber tenido ese interés mucho antes. Cuando todo comenzó con un mensaje de una red social.

 Bajé la mirada al escucharle, donde él se dispuso a hablarme, pero la voz de Luna interrumpió aquel silencio.-¿Qué vas a hacer entonces? ¿Te vas a ir porque tu padre te obliga? Tenía entendido que estarías todo el curso con Andreas en el piso, Aless…-Susurró mirándole con tristeza, pero ahora mismo el italiano se estaba sintiendo peor que yo. Y no lo estaba percibiendo en ningún momento.

-Es extraño que mi padre me llamara de tal manera, que me hablara como me ha hablado. Algo no me cuadra…-Apretó las manos, creando puños, los cuales observé sin poder levantar la mirada a sus azulados ojos. No porque si no me pondría a llorar como nunca lo había hecho. Ya era demasiado triste que no me recordara, pero más triste era aún que se volviese a su tierra sin siquiera saber de mi existencia y hueco en su vida el tiempo que ha estado aquí. Suspiré y decidí echarme hacia atrás.

-Yo…debo seguir haciendo cosas. Mucha suerte entonces, Alessandro.-Y con aquellas palabras, me giré para no poder ver el gesto de sorpresa que se colocó en su rostro al escucharme decir aquellas palabras tan frías y tan distantes. Más distantes que nunca.

-¡Espera! ¿Así sin más?.-Decía mientras yo seguía avanzando, sin esperar a Luna. Quería irme. Y quería tirarme en la cama cuanto antes para poder hundir mi cara en la almohada y llenarla de agua de lágrimas. Para poder realizar aquello que quería hacer cuanto antes, simplemente me fui corriendo.

No quería oír más. Ya había tenido suficiente.

Sin saber cómo, mientras andaba, empezó a hacer frío y el cielo se oscurecía de forma leve: encima iba a empezar a hacer bochorno, algo que odiaba con todas mis ganas ya que llegaba a agobiarme demasiado si me pillaba en la calle. Pero de ahí a que empezase a llover, era algo que no me esperaba en absoluto. Y allí estaba yo, andando hacia mi casa, con una lluvia de semi-verano cayendo sobre mí y mojándome el pelo al que le había dedicado un cierto tiempo por la mañana. Pero me daba igual.

Nada más llegar a mi casa me encontré con mi madre, que me preguntaba con una voz tranquila si estaba lloviendo, para recoger la ropa que tenía tendida. Cosas de madres que no cambiaban…

Yo directamente me fui a la ducha, algo que me sentó bien pero que no me quitó los problemas que tenía sobre los hombros. Y si me ponía a resumir todo, me deprimiría…

El chico al que conocí y el cual me empezó a gustar demasiado, tuvo un accidente por protegerme y en él perdió la memoria. Para más “inri”, su exnovia se hizo pasar por la novia actual, que era yo, y lo alejó de mi. Y cuando por fin creía que volvía a tener interés en mí, su padre le obliga a volver a su tierra natal. 

Demasiado triste, ¿no creéis?

Pues con esos pensamientos me fui a la cama. Sin esperar un minuto más.

Las horas pasaron de forma lenta, pero al final acabé cayendo en un sueño. En un sueño donde aparecía Alessandro conmigo, en aquella plaza comiendo hamburguesas junto a mi, sentados con tranquilidad y riéndonos. Sin olvidar de besarnos y abrazarnos. Todo se interrumpió con la luz de unos focos, donde alguien gritaba mi nombre. Demasiado cerca.

-¡¡Zoe!!.-Me despertó aquella voz y cuando levanté la mirada, me encontré a Luna mirándome asustada y jadeando, como si viniera corriendo.

-¿Qué pasa?.-Murmuré medio dormida, a lo que mi querida amiga reaccionó de una forma un tanto alarmante.

-¿Tú para qué coño quieres el móvil o el whattsap? ¡Te he estado llamando toda la maldita mañana! Vamos, ¡Aless se va en breve a Italia! Cogerá un avión a Madrid y de allí se van. Vamos.-Me tiró de la cama empujándome.

-Luna, lo mío con Aless está acabado, ¿no te das cuenta?.-Me tapé con la almohada, pero entonces me pegó una patada en el culo que caí de la cama.

-¿Y a mi qué? A él le sigues gustando incluso después de haber perdido la memoria, así que por lo menos saca el genio andaluz que tienes y ve a Sevilla a despedirte de él como merece.-Me gritaba mientras me tiraba la ropa para ponérmela.

-Luna, esto no es una película americana ni una novela. Han sido casualidades y muchos impedimentos, da igual que vaya a despedirle, no me va a recordar ni a la de tres.-Dije mirando la ropa que me tiraba.

-¡Tú eres la encargada de escribir tu vida, Zoe! Da igual que no sea una película americana como la de “La proposición” o cosas así, sigue siendo tu vida y solo tú eres la directora de ella. Y después de tanta charla, tienes dos minutos para vestirte, eso o te saco en pijama a Sevilla.-Tras aquellas sentenciadoras palabras, cerró la puerta esperándome fuera. Vale, sé que no había sido demasiado valiente, pero ya tuve suficientes palos como para que me ocurriera uno más. Estar allí despidiendo a Aless y éste sonriéndome como si fuera una desconocida. Una imagen que no quería recordar.

Sin más remedio, cogí la ropa que me dio Luna y me la coloqué en menos tiempo del que esperaba: una vez con la ropa y todo listo, ella y yo salimos en coche hacia Sevilla. Era Andreas quien conducía y suponía que él era quien avisó a la rubia loca de que Aless se iba en unas horas. Yo miraba por la ventana como si de un videoclip de Rihanna o Dani Martín se tratase.

Tras una hora y media, llegamos a Sevilla, acercándonos al aeropuerto de allí. No miraba el paisaje, solo buscaba aquel dichoso lugar para despedirme cuanto antes. ¿Tan duro se me iba a hacer despedirme de la persona que actualmente más me gustaba? 

Yo no sabía que sí.

Mientras entrábamos en el aeropuerto, escuchamos los altavoces de las cabinas decir ciertas palabras claves que nos hizo alarmarnos: vuelo e Italia. A punto de marcharse.

No, por lo menos un adiós en condiciones. Zoe, tienes que ser fuerte, solo un adiós y buena suerte…
Eso susurraba mi mente, hasta que abrí los ojos al escuchar su voz, levantándonos la mano para saber que estaba allí. Con la maleta a su lado y en la puerta de embarque.

-¡Aquí!.-Gritaba el italiano. Cuando nos acercamos, me miró sorprendido.-Vaya, no sabía que vendrías a despedirme.-Murmuró sonriendo de forma leve, quizás incluso triste. Soltó una risa con Andreas y le estrechó la mano.-Mucha suerte tío, cuida a la muchacha ¿eh? Que las españolas tienen mucho carácter…-Soltó otra risa al ver la cara de Luna, ya que aquellas palabras iban para ella. 

Luego sus ojos se pusieron sobre mi silueta, con la mirada agachada.-Bueno bambina, gracias por haber venido.-Estiró la mano y yo la miré, arqueando una ceja, cuando inocente de mi, la estreché. En ese momento sentí un empujón que venía de la misma mano: me envolvió en sus brazos.-No sé por qué, pero me alegro que hayas venido tú más que nadie…-Me susurró al oído, aunque cuando quiso separarse, el colgante que yo llevaba puesto y el suyo, se liaron como los cascos de un mp3.

-Ammm vaya, lo siento.-Levanté la mano para quitar aquel embrollo, cuando me fijé en el colgante. Era el mismo…que yo le di. Me quedé mirándolo sorprendida totalmente y él, al ver mi rostro, lo miró también.

-¿Ocurre algo?.-Yo parpadeé y sonreí de leve.

-Nada, solo que ese colgante me recuerda al de un personaje de una serie de estas manga.-Solté una risa.-A Naruto.-Susurré, él me escuchó y soltó una risa. Cuando quise darme cuenta, el sonido de aviso de embarque volvió a aparecer.

-Bueno, gracias a todos, os intentaré escribir o algo.-Soltó una risa, echándome una mirada sin yo darme cuenta y salir corriendo por el pasillo hacia el avión. Se escuchaban las voces de Luna y Andreas, gritándole y deseándole suerte. Yo no hice nada, solo agitar la mano con timidez.

En el preciso momento que tomaba asiento en el coche de Andreas para volver, Aless lo hacía en el avión, mirando el colgante.- Hmmm si es cierto, es como el de Naruto.-Susurró en voz alta.

Ojos azules.

Rubio.

“Vaya, un italiano con lado friki. Eso me gusta”.

Esas palabras rebotaron en la mente del chico, provocando que ampliara los ojos asustado.


-¿Zoe…?¡Zoe!




miércoles, 9 de julio de 2014

50-49 Sombras

Capítulo 27 “Stay”

Los ojos furiosos de una chica rubia y alta era lo que más brillaba en aquella sala en los momentos en que el silencio y el miedo hicieron acto de presencia. Todo atraído por las mentiras que habían sido descubiertas por quien, para ellos, no tendría que haberlo descubierto. Fue ahora la sonrisa ladina de Luna la que llegó para quedarse.-¿Cómo os atrevéis a ser tan rastreros y joderle de esta manera la vida a dos personas que se querían? Y todo esto me lo esperaba de una zorra como tú, Lydia, pero de ti David…has caído muy bajo por querer recuperar a una Zoe que, por si no te has dado cuenta, no quiere estar contigo. -Sonrió cuando David estuvo dispuesto a hablarle, pero levantó la mano inmediatamente para detenerle en dicho amago. Lydia sin embargo, se cruzó de brazos temiendo lo que podría hacer aquella chica con la verdad descubierta. Ni si quiera respondió al insulto de Luna en ningún momento.-Eso fue una cosa, pero enterarme que fuiste tan hija de puta como para amenazar a Andreas y al negocio de su familia…es algo que te ha sentenciado. Espero que aprendas después de la patada en el culo que te dará Alessandro una vez recupere la memoria totalmente.-Y así Luna estaba por continuar, cuando la voz de Lydia la interrumpió.

-¿Y quién eres tú para intervenir en este asunto, cuando solo parece que te interesa tirarte a ese estúpido italiano sentimentalista y familiar? Vamos, rubita, a mi no me engañas. Intentas ganártelo de la misma manera que yo he hecho con Aless. Somos iguales.-Con aquellas palabras, lo único que provocó la italiana es que los azules ojos de Luna brillaran con mucha más rabia de la que estaba emitiendo por momentos.

-¿Parecerme a ti? Yo no soy como tú, puede que haya tenido mis momentos, pero mi locura por un hombre no se convierte en obsesión.-Sentenció con una sonrisa divertida, viendo cómo el rostro de aquella muchacha italiana se quedaba petrificada.

-No…estoy…obsesionada. Él siempre fue mi pareja y lo seguirá siendo, y una estúpida española de tres al cuarto no se va a interponer en mi camino para quitármelo. Ella no le conoce, no sabe nada de él. Yo le he amado, le he querido y siempre he estado con él…-Lydia se empezó a tocar la cabeza, a punto de venirse abajo, cuando algo vino a su cabeza como si de un rayo se tratase. Levantó la mirada con un tono siniestro en ella, como si realmente estuviera dispuesta a ir más allá de lo que había llegado.-Bien, hagamos una cosa, rubita. Tú no le dices nada a Zoe y Alessandro y…procuraré que ni a tu amiguita ni a tu familia le ocurra nada.-Sonrió amablemente, o por lo menos era el modo en que fingía hacerlo, dejando ver sus oscuros planes expuestos.

Los ojos abiertos y sorprendidos ahora fueron los de David y Luna a la vez.-¿Qué demonios estás diciendo, Lydia? No lleves esto tan lejos.-Saltó David inmediatamente, ya que estaba considerando que aquellas acciones de la italiana estaban llegando a unos extremos demasiado radicales. Lydia miró con furia contenida a David para que mantuviera la boca cerrada, ya que parecía que se le iba a lanzar a la yugular en cualquier momento.

-Si yo gano, tú ganas. Si yo me hundo, tú te hundes…-Comentó, luego giró la mirada a Luna, quien seguía impactada.

-¿Después de todo te atreves también a amenazar a Zoe y a mi familia? Debes ir al psicólogo chica.-Tras aquellas palabras Luna se giró para dirigirse al lugar donde había quedado con Zoe.

Pero Lydia solo sabía sonreír.-Bien, al psicólogo tendrá que ir tu querida amiga…-Cogió el móvil, sonriendo de lado a David, éste no sabía qué iba a hacer la chica, la temía realmente. El teléfono sonó en otra parte y David fue testigo de una conversación en italiano:

-Daddy? ha voluto parlare di un problema e Alessandro. Sì, esattamente, il suo ritorno a casa…Lo voglio al più presto possibile.*

Tras unos minutos transcurridos entre Alessandro y yo, Luna hizo acto de presencia con una cara un tanto seria. Rápidamente me acerqué a ella sonriéndole, con Alessandro persiguiéndome de forma indirecta; pero a pesar de todo aquello, la cara de mi mejor amiga me preocupaba demasiado. Ella sabía algo que yo no.-¿Qué pasa, Luna? Me estás preocupando con esa cara…-Luna estuvo a punto de soltarme algo, pero el sonido de un teléfono móvil la interrumpió: se trataba del móvil de Aless, quien pareció sorprenderse totalmente al ver quién estaba llamándole con tanta insistencia.

-Vaya, ¿me disculpáis un momento?.-Sonriendo, con algo de preocupación en su rostro, Aless se alejó de las dos. Luna me miró de nuevo, pero esta vez no fue el sonido de un móvil lo que la interrumpió de golpe, algo que provocó que yo diera un sobresalto por escucharlo. Alessandro empezó a gritar y discutir por teléfono en italiano.

-Non tornare in Italia, sto bene qui. Non si torna indietro! Papà, aspetta!* .-De repente, Alessandro se quedó mirando el móvil incrédulo de lo que acababa de escuchar. Me acerqué inmediatamente a él, preocupada.

-Aless…¿Qué ocurre…?.-La miraba preocupada, sin darme cuenta que le miraba como en el momento que había tenido el accidente: preocupada, dolida y con miedo. Él me sonrió como pudo para dedicarme una de las noticias más dolorosas después de saber su pérdida de memoria.

-Mañana…regreso a Italia.

Sentenció, provocando en mí una rotura, una grieta, un vacío.

No…

No quería que se fuera.


Quería que se quedara.


1-Daddy? ha voluto parlare di un problema e Alessandro. Sì, esattamente, il suo ritorno a casa…Lo voglio al più presto possibile.* = ¿Papá? Quiero hablarte sobre un problema de Alessandro. Si, exactamente, sobre su vuelta a casa. Quiero que sea lo antes posible.

2 -Non tornare in Italia, sto bene qui. Non si torna indietro! Papà, aspetta!*= No voy a volver a Italia, estoy bien aquí. ¡No voy a volver! ¡Papá, espera!

miércoles, 4 de junio de 2014

50-49 Sombras

Capitulo 26 “Just give me a reason”

La voz que había escuchado era la de David, quien estaba totalmente fijo y quieto observándonos a los dos, tanto a Aless como a mí. ¿Estaría en un problema yo o él? Suspirando y mirando a un costado, aparté la muñeca de las manos del italiano para evitar así que hubiera más malentendidos. Aunque creo que ya habían nacido desde antes.

-¿Debo recordar que ella es mi chica o el italiano aún no lo tiene del todo claro?.-Soltó sin más, colocándose a mi lado y acercándome de nuevo a él, como si fuera un objeto. ¿Un objeto…? Iba a decir algo, pero la voz de Aless me interrumpió totalmente, en algo que me quedé sorprendida por dicha reacción.

-Transparente.-Murmuró para luego sonreí.-Pero eso no quita que pueda ser su amigo, ¿o también le vas a decir con quién debe juntarse?-Sonreía con altanería, a lo que David no se quedó atrás y, separándose de mí, se puso frente a Aless, como si fueran dos ciervos y estuvieran a punto de pegarse con los cuernos para demostrar quién era más macho de los dos. Patético. Me llevé la mano a la frente y suspiré: ya era suficiente creía yo. 

Pero de nuevo me interrumpieron ¡Qué manía, por dios! Aunque cuando me giré…

-Yo creo que los chicos buenos no deben pelearse…-Murmuró la voz de Lydia que se acercaba por el camino sonriendo, con el bolso colgado del brazo como buena asquerosa que era. Rodé los ojos, ya que no quería ni mirarla. Pero Aless, ese día, no dejaba de sorprenderme y sobre todo al oírle decir algo por lo bajo.

-Bueno, ya estamos todos…-Susurró el italiano, fingiendo una sonrisa hacia Lydia.-¡Hombre, mi niña aquí!.-Pero aquellas palabras me sentaron mal. Muy mal.

-Deja de fingir que te alegras de verme, Alessito…-Abrí los ojos al escuchar aquello, tanto como David, ya que tampoco esperaba tener que escuchar aquello de la boca de Lydia. Miré de reojo a Aless, que se encontraba sonriéndole como si nada, con las manos metidas en los bolsillos de nuevo. Como si disfrutara hacerla enfadar.

-David, ¿puedes acompañarme un momento?.-Soltó Lydia de repente, tirando de David sin esperar que éste le respondiera siquiera.

-¡Pero Lydia, espera!.-Gritó siendo tirado por ella, dejándonos a Aless y a mí como al principio de todo. A solas.

Cuando la silueta de aquellos dos desapareció, Aless dirigió la mirada hacia mi persona de nuevo, y yo lo noté. Pero no sabía ni qué decir ni qué hacer, es más, mi mirada se centraba en el suelo blanco de mármol del edificio. ¿Esto era el karma quizás?

-Por donde iba, bambina, ¿seguro que no nos conocemos de antes?.-Se acercó a mí y agachó la cabeza intentando provocar que nuestras miradas se cruzaras, pero la llevaba al lado contrario; unos segundos después escuché una risa por su parte.-No sabía que eras tan vergonzosa, ¿acaso soy demasiado guapo para que me mires a la cara?.-Se tocó la cara exagerando un poco, fingiendo y dramatizando. Yo acabé soltando una risa, simplemente no la pude contener demasiado.-Oh, eso está mucho mejor. Cuando sonríes está mejor que una cara seria y arrugada, como las que pone mi…¿novia?.-Al escuchar aquello me giré, con una ceja arqueada sin entender bien aquello último que dijo.

-¿Novia? ¿Dudas que lo sea?.-Le pregunté sin cortarme lo más mínimo y éste me devolvió una mirada acompañada de una sonrisa traviesa y divertida.

-Ella dice que lo es, pero no la trato como tal, es más, prefiero estar con otras chicas que con ella. Aunque esto no lo sabe, pero es la verdad, desde que salí del hospital mi interés por ella nunca lo vi.-Se quedó pensativo para luego volver a sonreírme.-Al contrario que contigo. Puedo parecer un tanto pesado o acosador, pero me resultas familiar: cuando se me mete algo en la cabeza no paro hasta averiguar qué es.-Con aquellas palabras decidí desviar la mirada de nuevo, yo ya había empezado una relación con David y volver a sentir esas cosquillas en el estómago cada vez que Alessandro soltaba una frase…no era nada bueno.

-Pero no puedes sentir curiosidad por mí, porque tengo pareja.-Dije de forma fría o eso intenté, pero noté cómo se acercó a mi oído para susurrarme algo.

-A tu novio se le ve más ilusionado que a ti, bambina.-Dijo sin cortarse un pelo, como siempre hacía. Yo le miré a los ojos, con el ceño fruncido.

-¿Tú acaso me conoces para saber lo que siento por él?.-Puse los brazos en jarra, esperando que respondiera.

-No, o por lo menos eso creo.-Entrecerró los ojos, clavándome aquella mirada para luego agitar la mano, negando y soltando una risa.-Vale, vale, si taaaanto quieres a tu novio, cuando vuelva pégale un gran morreo. Pero de los que puedes demostrar pasión y amor. Solo dame una razón y te dejaré de molestar.-Me guiñó un ojo y yo me puse roja, acordándome de P!nk; pero aún así roja como un tomate porque parecía que podía leerme la cara y todos los pensamientos que estaban cruzando mi mente en aquellos momentos.

Pero mientras yo mantenía esa conversación, por otro lado, con menos risas y guiños, hablaban Lydia y David.

-¿Qué se supone que os pasa? ¿No es lo que querías, Lydia?.-Preguntaba un enfadado David a la chica que parecía tener un cabreo muchísimo mayor.

-¡No lo sé! Desde que salimos del hospital ha perdido todo el interés por mí y se dedica a tontear con otras chicas. Pero te advierto una cosa, David, como no apartes a esa niñata de mi camino, me la cargo. Me da igual que tontee con las chicas delante de mí, pero no con ella.-Fruncía el ceño, mascullando después.

-Pues te recuerdo que fuiste tú la que te las arreglaste para que la gente que sí conocía su relación con Aless, se quitaran de en medio.-Decía David dando vueltas por el lugar bastante incómodo por ello.

-¡Cállate! ¿Acaso no sabes lo que me costó amenazar a ese estúpido italiano de tres al cuarto para que no dijera absolutamente nada? Incluso tuve que usar mis armas con mi padre para que me diera acceso a las fichas de sus trabajadores. Me costó mucho llegar a donde he llegado, así que apártala de mi camino.-Pero cuando Lydia dejó de hablar, unos tacones sonaron en el eco de la sala donde se habían colocado a hablar y mantener la conversación.


-Vaya, vaya, vaya…se coge antes a un mentiroso que a un cojo.-De detrás de una columna salió una chica alta, rubia, con un vestido y cruzada de brazos mientras miraba a aquellos dos. 

Era nada más y nada menos que Luna.


domingo, 1 de junio de 2014

50-49 Sombras

Capítulo 25 “Al menos ahora"

Todo había acabado. Era momento de cambiar el camino que estaba siguiendo y coger un pequeño atajo que me librara prácticamente de todos los pensamientos de mi pasado. De todos los pensamientos que pudieran causarme más daño del que quisiera.

Y así lo hice.

Desde el día del hospital, no volví a ver más a Alessandro ni a Lydia. De alguna manera preferí que así fuera ya que “ojos que no ven, corazón que no siente”. O eso es lo que creía. Olvidando un poco aquel tema, me dispuse a salir de nuevo con David, quien parecía estar en una nube al haber escuchado una respuesta afirmativa por mi parte, yo debería estar de igual manera ya que era y fue mi primera pareja…entonces ¿por qué no estaba del todo alegre como él? Seguramente porque aquel italiano seguía dejando su huella de forma inconsciente, en mi corazón.

Saliendo de casa me encontré con Andreas en el portal, pero yo solo le miré para dirigirme a la puerta e irme, ya que había quedado con David para resolver unos asuntos en la universidad. ¿No os lo dije? Aprobé selectividad con nota y ya estaba en proceso de rellenar papeles para solicitar las plazas a las carreras que quería ingresar. ¿Cuál? Eso no lo sabía aún, pero era una meta que había cumplido en mi vida y estaba orgullosa de ello. Mis padres también lo estaban y…David también.

Andaba por la universidad con David a mi lado, él me sujetaba de la mano con mucha fuerza, como si no quisiera que me fuera nunca. Que yo supiera, no me iba a ir a ningún lado, no tenía que preocuparse de nada prácticamente. Levantando mi mirada me daba cuenta de aquel lugar: edificios, muchos bancos y árboles alrededor, en general, un sitio sencillo pero agradable. Sonreí de lado al ver a un grupo de chicas gritando de alegría, más aún, hablando entre ellas; en el momento que tanto David como yo pasamos a su lado, pude escuchar muchas palabras, pero sobre todo, que hablaban de un chico y lo “flipadas” que estaban con él. Vaya, pues si que las chicas universitarias eran curiosas, eran prácticamente iguales que las de bachiller o la eso. Solté una risa, y con ello, David se giró sonriendo.

-¿De qué te ríes?.-Sonreía mientras esperaba mi respuesta, yo en ese momento le sonreí de igual manera y negué con la mano.

-Nada importante, solo que me ha sorprendido la energía que tienen algunas personas en este sitio.-Sonriendo, miré al frente, notando un apretón en la mano por parte de David.

-No dejes de sonreír, porque así me demuestras que estás bien.-Me soltó mientras caminábamos. Yo me giré y asentí.

Pero evidentemente, detrás de la mejor sonrisa del mundo puede haber miles de preocupaciones. Aunque lo mejor era seguir adelante sin mirar atrás…

Aunque a veces…te obligaban a mirar hacia atrás inconscientemente.

David y yo nos sentamos dentro de la secretaría de uno de los edificios, esperando a que nos dieran el turno para que pudiera resolver unas dudas y así ayudarme un poco sobre lo que podría hacer con la nota que había sacado en selectividad.

-Voy a por algo de beber, ¿qué quieres?.-Me preguntaba David levantándose y mirando la cartera. Yo sonriendo se lo dije.

-Un refresco de naranja vendrá bien.-Sonriéndome asintió, comentándome que iría a por él y no tardaría mucho. Y me digné a esperar, pero de repente me asusté, porque el grupo de chicas que nos encontramos antes gritando, lo estaban haciendo de nuevo dentro del edificio. ¿Regalaban caramelos o qué? Cuando me giré para ver de qué se trataba, vi algo que me hizo retroceder en el tiempo. Era Alessandro. Y estaba sonriendo, despidiéndose del grupo de chicas que estaban gritando como un club de fans americano. Comenzó a caminar por el pasillo y simplemente me pilló viéndole y mirándole a la cara sorprendida. Pero la cara de sorpresa se quedó reflejada en la de él de la misma manera.

¿Qué hacía allí? Vaya, se me olvidó que él había venido desde Madrid para estudiar aquí.
Enseguida giré el rostro, desviándolo y volviendo al libro que tenía en mis manos. Pero él no hizo lo mismo, al contrario, se acercó con las manos metidas en los bolsillos. Luego sacó un lápiz y me tocó con él en la sien. ¡Ni que me conociera! O por lo menos, dentro de su cabeza.

-Perdona ¿nos hemos visto antes?.-Suspiré como pude, porque era algo demasiado fuerte.
-Si, en el hospital donde te dieron el alta.-Decía sin levantar la mirada del libro. Quería que se fuera, por favor…

-Mmmm cierto, la bambina que decía cosas raritas.-Soltó una risa.- ¿Dónde está tu noviete?.-Murmuró con sorna mirando a su alrededor. Yo le miré de reojo con cara de “¿de qué vas?”.

-Ha ido por unas bebidas.-Cerré el libro y me levanté para irme, porque si seguía allí no sé si aparecería Lydia y me la liaría de nuevo.-Te vaya bien, yo me voy.-Cuando fui a alejarme, me sujetó de la muñeca.

-Espera, ¿seguro que solo nos conocemos del…hospital?.-Cuando me giré, me lo encontré mirándome como nunca lo había hecho. ¿Le era familiar?

-¿Qué ocurre aquí?.-Dijo la voz firme de David, mirándonos a los dos, sobre todo a Aless sujetándome por la muñeca.

-David…Aless solo…


Una tensión en el ambiente…pero al menos ahora…


jueves, 29 de mayo de 2014

50-49 Sombras

Capitulo 24 “I will always love you”

Un abrazo. Solo era un simple abrazo. Pero para mi mente quizás no era así…quizás había sido un gesto que no tendría que haber hecho nunca. ¿Por qué me sentí de aquella manera? ¿Por qué un escalofrío me recorrió la espalda al sentir que David empezaba a abrazarme de una manera mucho más cercana que antes? Cerré los ojos sin querer saber qué me estaba pasando realmente. ¿Aquella señal, aquellos escalofríos, eran acaso una forma de decir que seguía queriendo a este chico? Cuando pasaron unos minutos, David se apartó y me sujetó el rostro mirándome a los ojos, sonriendo de forma tierna.

-Tu cara lo dice todo…pero…querría oírlo.-Murmuró, mientras yo estaba allí, teniendo un contacto directo con su mirada y también un conflicto con mis sentimientos. ¿Mi cara lo decía todo? Cuando quise darme cuenta, me llevé una mano a la mejilla, notando que estaba húmeda. ¿Cuándo había llorado?

-Yo…yo…-Susurré, cuando algo me lo impidió; girándome al origen de un ruido me encontré a Lydia saliendo de la habitación al final del pasillo, junto a Alessandro vestido de calle. ¿Le habían dado el alta? David dirigió la mirada hacia aquel lugar de la misma manera que yo, pero quizás con una mirada un tanto diferente a la mía, es más, demostraba más seriedad de la habitual. Y es que todo lo relacionado con Aless no le gustaba y se notaba a leguas.

-Le han dado el alta.-Mencionó David de forma cortante, frunciendo levemente el ceño. Suspiré y giré el rostro al darme cuenta que Lydia nos había visto y se había dignado a sujetarse del brazo de Aless. No hacía falta que hiciera eso porque ya me daba cuenta que no quería que me acercara a él, había ganado pero al parecer no le bastaba con eso que me lo restregaba en la cara. Sin quitar el tema sobre David.
Pero esta vez no fue solo Lydia la que nos miraba. Aless se giró y también se quedó viéndonos. A los dos, tanto a David como a mí. En ese preciso momento, David colocó su mano en mi cintura, pegándome a él: por ese gesto puse una mala cara, pero sobre todo, aparté la mirada de Aless. Lo nuestro se había acabado.

Pero me perdí algo que no vi por el hecho de no querer enfrentarme a la realidad.

No vi que Aless fue a hablarme, sujetándose el colgante que aún llevaba puesto, pero Lydia tiró de él, provocando que avanzara y caminara para salir del hospital y alejarle de mí.

Fui la única que no lo vio.

Tonta de mí.

Cuando levanté la mirada de nuevo, Aless ya se alejaba por el pasillo rodeado de su gente: sus padres, hermana…y su novia.

¿Qué sintió mi corazón? Me pareció escuchar un leve “crack” dentro de mí.

Pero antes de que pudiera seguir con mis pensamientos, David me volvió a abrazar, mirándome y sonriendo.-No me respondiste.-Me clavaba su mirada. Yo suspiré sin más.

-Claro. ¿Un…si te vale?.-Le sonreí sin ganas algunas.

-Un "sí" es muchísimo para mí, Zoe.-Tras aquellas palabras me abrazó fuertemente.

Todo acabó.

Cada uno por su lado.


Que seas feliz, Aless. Yo también lo intentaré.



miércoles, 28 de mayo de 2014

50-49 Sombras

Capítulo 23 “Broken Strings”

¿Cuántas mentiras estaba destinada a oír a lo largo de mi vida y, sobre todo, en esos momentos? ¿Por qué Andreas…había mentido? Miré a todos, primero a la sonrisa sarcástica del rostro frío de Lydia, luego al desconocimiento personificado como era Aless, pero después…mis ojos se dirigieron a la mirada de quien estaba provocando más agobio en mi interior: Andreas.

-Andreas…¿qué demonios estás diciendo?.-Andreas solo se dignó a girar el rostro, volverme la cara e ignorar la pregunta que le acababa de hacer. De nuevo giré el rostro a Aless, que se encontraba sentado viendo aquella escena que seguro superaba las actuaciones de los circos. Patética. Mis ojos se humedecieron: no solo había sido traicionada, sino que además, tenía al chico que me gustaba frente a mí, mirándome como si fuera una loca que acababa de escaparse del manicomio. Sonriéndole de forma triste, una lágrima cayó y resbaló por mi mejilla, para no tardar en girarme. No comprendía nada y, por un tiempo, no iba a querer averiguar nada. Cada vez que intentaba una manera de acercarme a Aless, algo me lo impedía: cuando no era David, era Lydia y ahora… Andreas.

Salí de la habitación, otra vez. Cada vez que lo hacía, nada bueno ocurría.

Pero ya me daba por vencida.

Aless no tenía ni un simple intento de recordarme.

Nada.

Cerrando la puerta a mi espalda, me iba a dirigir a la puerta de la salida dispuesta a no volver nunca más al hospital o a cualquier zona que la relacionase con Aless o Lydia. Pero algo me lo impidió, físicamente hablando. Una mano me sujetó el antebrazo, parándome por ello y girándome, con las lágrimas en las mejillas pegadas como si nunca quisieran irse. Era David.

-Zoe…¿puedo hablar contigo? Y por favor, no llores…-Murmuró mientras alzaba la mano para apartar de mi aquellos pequeños elementos que detonaban tristeza, por lo menos a mí y en esos precisos momentos. Aunque eran algo más, era desesperación y abandono de fuerzas.

-Sí, tengo…todo el tiempo del mundo.-Me encogí de hombros sonriendo sin ninguna gana. Tras aquellas palabras, David me llevó a uno de los balcones del pasillo del hospital; se apoyó en la barandilla y miró al frente.

-¿Has pensado que quizás no ha sido tan malo que Aless pierda los recuerdos sobre ti?.-Me miró de reojo, serio pero demostrando que eran palabras nada ridículas para él.-¿Has pensado…que quizás haya sido una señal para que podamos volver a retomar lo que terminamos?.-Fue a tocarme la mano, pero yo no le dejé. De hecho, fruncí el ceño como si nada.

-¿Lo que terminamos? Más bien lo que tú terminaste cuando decidiste largarte sin decir absolutamente nada.-Fruncí más el ceño, dándole la espalda sin esperar mucho tiempo y cruzándome de brazos, poniéndome a la defensiva.

-Por favor, Zoe, sé que he cometido muchos errores a lo largo de mi vida, pero si hay algo que pienso todas las noches es el hecho de arrepentirme por lo que te hice. Por haberte dejado de aquella manera.-Se acercó por mi espalda y me abrazó por la cintura, colocando la frente pegada totalmente a mi hombro. Quise apartarlo, pero estaba tan cansada de todo que simplemente le dejé, esperaba que soltase todas esas patrañas y me dejara en paz. Que no continuara por el camino que estaba siguiendo, ya que sabía que si lo hacía, volvería a llorar. Volvería a recordar. Volvería…¿a querer?

-Zoe…abrázame aunque sea la última vez, pero házlo. Después respóndeme, por favor…-Susurraba en mi nuca: yo no tardé en cerrar los ojos. ¿Un abrazo? Me giré y, abriendo los ojos, le miré a la cara para no tardar en estirar los brazos y abrazarle.


¿David era un tren perdido…o seguía siendo parte de mi vida?


domingo, 25 de mayo de 2014

50-49 Sombras

Capítulo 22 “Absurda Cenicienta”.

Dejé el hospital a mis espaldas. Corría intentando tranquilizarme después de lo que había visto y oído, ignorando totalmente la voz que parecía ser la de David, queriendo detenerme en mi marcha de la habitación y del edificio en general. Muchos golpes me di con un muro que no podía romperse, con un muro que era transparente y me permitía ver lo que no podía alcanzar, pero además, que me limitaba sin dejarme avanzar. 

Un muro de cristal que nunca podría romper.

Al rato llegué a mi casa, abriendo la puerta y entrando directamente en mi habitación, sin saludar, sin decir absolutamente nada; incluso me había encontrado con Andreas en el portal y ni me di cuenta de ello, ya que mis ojos se encontraban totalmente inundados de lágrimas reprimidas. Lágrimas que pedían a gritos brotar por mis mejillas y escapar para una calma tanto de ellas como mía. Tras tirarme en la cama boca abajo, tapándome la cara y pegándola a la almohada, escuché a alguien llamar a mi puerta. Era mi hermana.

-¿Zoe, qué te pasa? ¿Qué ha pasado para que estés así?-Me preguntó asustada, pero yo solo mentí de una manera un tanto mala.

-Nada, que necesito descansar, no te preocupes Nati.-Le dije para suspirar y respirar hondo después, quería desahogarme.

Y comencé a llorar.

Lágrima tras lágrima, recordando aquellas palabras de Aless o de la sombra de lo que había sido aquel italiano idiota que conocí a través de un fortuito mensaje en una red social. No sabía qué había sido más certero, si el hecho de que recordara solo a la estúpida de Lydia o que fuera él mismo quien me dijera que me marchara, ya que “no pintaba nada allí”. Levanté mi mirada y me fijé en la ventana que se encontraba en la habitación, abierta, donde había un pequeño pájaro apoyado en el tendero exterior que llegaba desde la cocina hasta allí. Piaba, estando solo, pero cuando me puse derecha y acabé sentada en la cama, se fue volando. ¿Qué podía hacer? Lydia había ganado, había tenido más suerte. Limpiándome las lágrimas decidí respirar hondo y mirar al techo: ¿debía huir como el pájaro, con cualquier movimiento o acto que me asustase?

Fruncí el ceño.

No.

No me iba a dar por vencida. Sino… ¿qué clase de española estaría hecha si me rendía a la mínima de cambio? Eso lo harían muchos, pero yo no. Yo no me iba a dejar vencer por una barbie de tres al cuarto. ¿Aless había recordado a Lydia? Seguro que podría recordarme a mí, no me iba a debilitar por sus frías palabras. Porque realmente no era él quien hablaba, sino su desconocimiento.

Debía recapacitar e intentar recordar quién sabía de mi relación con Aless. Luna, Andreas, Lydia, David… ¡Eso es! ¡Andreas! Me levanté de forma rápida de la cama, dispuesta a ir a su piso a hablar con él cuanto antes. Si tenía al compañero de piso de Aless a mi favor, sería más gente que podrían intentar ayudarme a devolverle los recuerdos a ese italiano con complejo de pescado. Saliendo de mi casa enseguida, llamé a la puerta de Andreas, aún con los ojos algo irritados de haber estado llorando. Me abrió enseguida y miró sorprendido.

-¿Zoe? ¿Qué ha pasado? -Me miró, dejándome entrar, pero yo ya no solté una lágrima más. Fui decidida a explicarle mis planes y todo lo ocurrido con el accidente, los recuerdos de Aless y sobre todo, del problema más grande: Lydia.

Tras un rato, sentada en el sofá de Andreas y éste frente a mí, mirándome, asintió con una sonrisa en la cara.-Bien, entonces hagamos que esa garrapata se arrepienta de lo que ha hecho con nuestra bambina. Y sobre todo con el tonto de mi amigo.-Solté una risa: bien, estaba sonriendo y solté una risa además. Mis ánimos aumentaban por momentos.

-Tengo que ir a comprar unas cosas, ¿me acompañas y seguimos hablando, Zoe?.-Me decía mientras se levantaba a coger su cartera.

-Sin problemas, debo hacerle unos mandados a mi madre también.-Murmuré levantándome del sofá, saliendo de casa de Andreas junto a él. Bajamos al portal y cuando íbamos a salir completamente, me encontré de frente a David, el cual se quedó sorprendido mirando a Andreas y luego a mí.

-¡Zoe!, ¡menos mal! ¿Cómo estás? Ayer te fuiste corriendo del hospital…-Murmuró, cogiéndome de la mano, aunque enseguida la aparté.

-Mejor, aunque no me sentó bien lo que tuve que aguantar en aquella habitación.-Miré a un lado.-Lo siento David, pero tenemos prisa.-Sonriéndole sin ganas algunas, me alejé de nuevo con Andreas, donde comenzábamos a hablar de nuevo sobre lo que haríamos una vez llegásemos al hospital al siguiente día.

Y así fue, pasó el día y me dirigí al hospital a primera hora de la mañana. Había quedado allí con Andreas, porque pronto le iban a dar el alta a Alessandro y debíamos intentarlo antes de que las cosas empeorasen.
Cuando llegué, Andreas ya estaba allí y sonriéndole, me acerqué.

-Zoe, espera…-Susurró antes de que entrara en la habitación, cuando lo hice, allí estaba de nuevo Lydia, sujetando de la mano a Aless como si se lo fueran a quitar.

-El retorno de la farsante.-Dijo sonriéndome frente a Aless, quien pareció sorprendido de nuevo al verme. Pensaría que estaba loca.

-Cállate Lydia.-Abriendo la puerta, hice pasar a Andreas, quien se alegró de ver a Alessandro, aunque puso muy mala cara al ver a Lydia de aquella manera.

-Bien, Aless, este es Andreas, tu compañero de piso. Debe decirte algo importante.-Murmuré para pegarle un leve codazo al moreno para que lo soltase.

-Sí, debo decirte algo.-Me puse a su lado, mirándole, aunque noté algo raro en su mirada.

-Dile…quien soy, Andreas.-Le decía, notando la mirada de Lydia en nosotros.

-Eso Andreas…dile quién es.-Sonrió Lydia, mirando de forma furtiva al italiano.

-Es…es la novia de David.-Dijo mirando al suelo.

Mis ojos se ampliaron.

Mi respiración se cortó.


¿Qué…?


jueves, 22 de mayo de 2014

50-49 Sombras

Capítulo 21 "El comienzo del final"

-¿Quién es ella, doctor?.-Preguntó un Alessandro al que no conocía en absoluto. No sabía quién era yo: eso me estaba afectando bastante. El médico se acercó corriendo al chico italiano al ver mi reacción, teniendo en cuenta que simplemente no esperaba que aquella persona no reconociera a su pareja. Le revisó con la linterna y suspiró, mirándome después con una cara de preocupación bastante visible.

-Señorita, será mejor que salgamos fuera y llamemos a los padres de Aless.-Me susurró, mirando de reojo al chico que se encontraba en la cama mirándonos con un confuso…rostro. Yo suspiré con resignación. 

Tenía ganas de llorar, la verdad.

Cuando salimos tanto el médico como yo de la habitación, David y Lydia seguían allí sentados: enseguida se levantaron y acercaron. El médico suspiró y se apartó las gafas, tocándose la sien con algo más que preocupación.-Señorita, debo comunicarle, aunque solo me ciño a los síntomas y lo que ha ocurrido dentro de la habitación, que su pareja tiene amnesia temporal debido al traumatismo del accidente.-Mis ojos se ampliaron, llevándome las manos a la boca y tapándomela para evitar así que salieran de mis labios un quejido. No había que llorar, no había que llorar…

-¿Y a qué se refiere con amnesia temporal? ¿Acaso…no la recuerda a ella, doctor?-Preguntó Lydia, sonriendo de lado para luego simular preocupación delante del médico.

-Pues a ella no la ha reconocido, pero desconozco hasta que momento recuerda y deja de recordar. Lo dejaremos en observación y haremos más pruebas para saber si alguna parte de su cerebro está siendo gravemente afectada o no.-Con aquellas palabras, el médico se retiró, dándonos la espalda a los tres. Yo me fui enseguida a la silla para poder descansar, no era una gran noticia. David me acompañó y se sentó a mi lado: pero Lydia parecía que acababa de recibir un premio, porque tenía una sonrisa totalmente alegre en la cara.

-Vaya, vaya, vaya…si al final vas a desaparecer de su vida más rápido de lo que yo quería…-Soltó cruzándose de brazos sonriendo con sorna, pero entonces me levanté, con los ojos fuertemente cerrados y con los puños de igual manera.

-¡Escúchame, Lydia! ¡No quiero saber nada de ti, esto es problema de los padres de Aless y mío! ¡Así que cállate de una vez si no quieres que te llene la boca de zapatos!.-Gritándole aquello la miré cabreada a los ojos, pero ella…no se echó atrás.

-¿Acaso conoces a sus padres? ¿A su hermana?.-Levantó una ceja, con aún aquella sonrisa asquerosa en su cara.

Pero antes de que pudiera responderle, mi teléfono móvil sonó: era Luna. Me alejé de la sala de espera y cogí el teléfono. Luna preguntaba qué había pasado, si estaba bien y dónde me encontraba en esos momentos. Cuando le dije que Aless había tenido un accidente…el susto y la sorpresa sonaban a través del teléfono sin tenerla si quiera frente a mí. Se sorprendió y bastante, tanto fue así que decidió ir al hospital. Mientras llegaba y no, decidí echarme a dormir en la sala de espera. Lydia decidió quedarse calladita en una silla junto a David.

Pasó una media hora, cuando un olor a frambuesa me despertó: al abrir los ojos me encontré con Luna, despertándome. Ese olor era su perfume, algo muy habitual en ella. Sonriendo medio adormilada, la saludé: pero su rostro seguía teniendo el susto en él. Un mal presentimiento me recorrió la columna hasta la nuca.
Vi mucho barullo, había gente que no conocía en absoluto en aquella sala. 

Pero algo me dio mala espina: Lydia no estaba y David tampoco. Levantándome corriendo, me dirigí a la habitación de Aless: no me fiaba de aquella arpía ni mucho menos.

Pero cuando entré en la habitación, por un segundo, quise no haberlo hecho.

Lydia estaba sentada en una silla junto a la cama de Aless. 

Ambos…se daban la mano.

Una pareja de personas un tanto más mayores me miraban asustados por la manera que entré en la habitación.

-Bambina, ¿quién eres? .-Me preguntó el hombre de canosos cabellos con un acento que no parecía ser de aquí.

-Yo soy la…-en ese momento me interrumpió Lydia, levantándose con una sonrisa en el rostro sin soltar la mano de Aless.

-Suegros, esta es una conocida de Aless, aunque ella no la recuerda. Querida, si puedes marcharte mejor, esto solo es asunto de mi novio y su familia…-Afiló la mirada sonriendo de la peor manera que podía sonreír. Aless me miraba sin ninguna expresión en el rostro, solo se sujetaba un colgante de forma inconsciente, hasta que abrió los labios para hablar.

¡Al fin!

-Lydia tiene razón, no pintas nada aquí.-Cortante, como un trozo de hielo, como congelarse en pleno mar Atlántico por la noche. Así me sentí. ¿La recordaba a ella…?

No podía soportarlo más.

Salí corriendo de la habitación, empezando a dejar fluir las lágrimas que tenía contenidas desde que entré en el hospital, desde que supe lo que le ocurrió a Aless, desde que negó mi existencia frente a todos. Desde que recordó a Lydia y no a mí.

-¡Zoe!.-Alguien gritó mi nombre para seguirme corriendo.

Pero no iba a parar.

Esto era el comienzo del final.


miércoles, 21 de mayo de 2014

50-49 Sombras

Capítulo 20 "En cambio no".

Un hospital. Una sala. Tres personas y una sola pregunta: ¿Por qué?  Era la cuestión que me rondaba por la cabeza al ver a David acercarse a Lydia de una manera tan peculiar, tan familiar, tan…cercana. Mi mirada se afiló de manera inmediata, observando la silueta de aquellas dos personas.

-Vuelvo a preguntarlo…¿de qué os conocéis?.-Murmuré bastante molesta, cuando pude percibir la mirada triunfadora de Lydia sobre mí, como si hubiese ganado algo con haberles hecho aquella pregunta.

-Coincidimos…en la discoteca de aquí. Justamente en la que casi te desmayas. Una lástima que David todavía te quisiera lo suficiente como para sacarte de allí. Yo habría preferido que te pisotearan como a las cucarachas.-David tiró del brazo de la italiana bastante molesto por aquellas palabras.

-Basta Lydia.-Dijo para no tardar en dirigir su mirada a mi.-Fue por casualidad, nada más.-Mi mirada se abrió muchísimo más. ¿Casualidad? ¡Y una mierda! Me puse en pie, intentando calmarme después de todo lo que había vivido, intentando asimilar que su encuentro solo fue fortuito, aunque lo dudaba muchísimo. Aunque decidí callarme, la situación era demasiado sensible y delicada como para ponerse a discutir en medio de una sala de espera; aunque ganas no me faltaban de tirar de los pelos a aquella italiana engreída. David decidió sentarse a mi lado y cogerme de la mano fuertemente. Pero ya no me importaba, mi primera y única preocupación era Aless. Solo Aless.

Pasaron diez.

Quince.

Veinte minutos.

Cuando de repente salió de una de las salas un médico.-¿Alessandro? .-Murmuró, provocando que levantara la cabeza sorprendida, levantando la mano para señalarle al señor que era yo la que estaba con él.

-¡Aquí!-Se acercó de forma lenta, con unos papeles en las manos, para no tardar en levantar la mirada y dirigirla a mi rostro preocupado.

-¿Eres su pareja?.-Preguntó, para yo asentirle: en aquellos momentos Lydia hizo el amago de hablar, pero se detuvo gracias a David que la paró en seco, pareciendo que sabía sus intenciones.

-Sí, lo soy, ¿cómo está? Por favor, dígame algo.-Le pedía bastante asustada de lo que me pudiera decir. Pero una sonrisa se dibujó en el rostro cansado y agotado del médico.

-Tranquila, está estable y despierto, afortunadamente. Tiene unos golpes, pero debemos realizarle radiografías y más revisiones en caso de que haya sufrido cualquier otro tipo de traumatismo no visible.-Diciendo aquello, me hizo una señal para que le siguiera al interior de la habitación donde se encontraba Aless tumbado con la bata del hospital puesta. Cuando el médico y yo entramos, él se puso derecho: pero había algo en él que no me cuadraba. No me sonrió al verme. Solo miraba confuso al médico.
.
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-Doctor…¿quién es ella?.

Esas palabras sonaron como eco en mi cabeza. 

Como una puñalada en el corazón ardiendo.

Mi rostro pálido y cuerpo tembloroso.

-¿Cómo...?


¿Dónde…estaba el Aless que conocí?