domingo, 2 de octubre de 2016

Napolitanas fuera de casa. Cap. 1

Capítulo 1: El comienzo.

¿Cómo podría empezar a describir esta nueva aventura? ¿Es algo que debería hacer a base de fotografías tomadas con una cámara de no muy buena calidad o preferís que os dedique unas cuantas palabras? Yo prefiero una mezcla de ambas, aunque... ¿cómo decirlo? Se me da mejor escribir que ser fotógrafa.

Todo comenzó el 22 de septiembre. Esa mañana cuando me levanté, supe que todo iba a cambiar, que todo sería algo nuevo para mi. Un cambio demasiado brusco. Y así fue. Viajando en coche hasta Sevilla, me fijé en todos los detalles para no olvidarme de ellos. Iban a ser cinco meses pero sabía perfectamente que el comienzo sería para mi como un infierno. El hecho de no estar con mis padres, con mis hermanas, mi pequeña Ohana en general, y bueno, sin olvidarme de alguien ciertamente especial, mi grandullón. Cuando aún estaba sentada en aquel sillón del coche, veía a mis padres discutir como siempre ¿es algo que cambiaría? Lo dudo. La tozudez de mi padre, los nervios de mi madre y... la tranquilidad máxima de mi novio. Yo estaba mirando a todos lados, apretando fuertemente la mano de él mientras pensaba: solo serán cinco meses. Solo cinco meses, luego todo volverá a la normalidad.

La parte más dura fue cuando me puse en la cola para que revisaran el equipaje. En más de una ocasión respiré hondo para no llorar delante de todos, pero había algo, ese nudo en la garganta que simplemente me lo impedía. Aguanté al despedirme de mi cuñado, de mis hermanas, pero cuando llegó el momento de despedirme de mis padres, rompí a llorar. Pocos besos fueron los que les dediqué después a él. Pero sabía que pronto nos veríamos: internet ayuda mucho, aunque no lo creáis.

Mi viaje comenzó una vez me quité los zapatos para pasar por aquel detector. Ya no estaba bajo el cuidado de mis padres, ni de mi niño ni de mi familia en general. Ahora estaba yendo rumbo a una aventura que debía afrontar yo sola.

La llegada al aeropuerto de Roma fue un desastre, llevaba demasiadas maletas y mis brazos no daban de si. Miraba a todos lados, lo que antes era mucha gente hablando en español, ahora solo escuchaba voces en idiomas que ni conocía. Solo pude descansar medianamente bien cuando me senté en el tren rumbo a Nápoles. Aunque la estancia allí no fue mejor. Desde las 12 de la mañana que llegué a Italia, no planté mis pies en el hostal donde tendríamos que estar una semana, hasta las 8 de la tarde. Sin olvidarnos de... ¿sabéis eso que dicen del tráfico en Italia y en Nápoles, más concretamente? Pues es cierto, todo, todo, todo es cierto. El transporte aquí es una aventura. Personas fumando en los coches mientras hablaban por teléfono, las motos pasando corriendo entre los coches (no me extraña que la melodía especial de Nápoles sea la de la ambulancia), sin olvidarnos de que los peatones se lanzan casi encima de los coches para poder cruzar la carretera. No esperes que los coches se paren para dejarte pasar o te harás viejo en un lado del arcén.

En general, cuando llegué a Nápoles y me tumbé en la cama, para mi esa ciudad era un Caos total. Y no me terminaba de gustar. De hecho, tenía ganas de volver a casa. Pero pensé que todo mejoraría, debía tener fe.

Después de todo... debía probar las famosas napolitanas.

...Continuará.

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