Lágrima de
Luna.
Érase una vez una luna. Una luna que se encargaba de ofrecer
al mundo sus necesidades: Esperanza, Ilusión, Recuerdos,…
Pero el mundo seguía necesitando algo más, algo que los
despertase y provocasen que la luz que vivía en ellos se encendiera y nunca más
se apagara. Entonces decidió fijarse en el mundo, observaba miles de personas
por años, siglos…pero no encontraba lo que el mundo necesitaba. Estaba lleno de
guerras y conflictos que nadie podía terminar de arreglar. Y quienes más le preocupaban
eran los niños: los creadores y encargados de expandir aquello en lo que más creía
la Luna.
Entonces vio nacer a un niño que la Esperanza le brindó. Un
chico que cuando creció un poco, decía que “nunca quería crecer más”. Nunca
quería olvidar aquella Ilusión, aquellos Recuerdos de su infancia, no quería
tenerle miedo a nadie, quería seguir teniendo la Esperanza que sus
problemas se arreglarían.
Y la Luna
le ayudó.
Le ayudó enviándole a una pequeña amiga suya, amiga de la
creadora de los Recuerdos. Alguien que le daría luz a sus ideas. Junto a esa
“Luz”, recorrieron el mundo, colocando un poco de “Alegría” dentro de los
corazones de los niños. Dentro de los corazones de quienes más acompañaban a
los niños en sus aventuras e infancia: los juguetes. Aquellos compañeros de
aventuras cobraron vida con el firme propósito de estar siempre al lado de sus
dueños, de sus niños elegidos. Recorrían el mundo con alegría en sus mentes,
con recuerdos felices que les hacían volar a la imaginación y a la creación de
un mundo más alegre. La Alegría
llegaría incluso a otros mundos donde todo era demasiado pequeño para ser visto
o las puertas de los armarios lo ocultaban de día y dejaban expandir su alegría
por las noches.
Todo salía bien, hasta que la propia Luna se daba cuenta que
la promesa que le hizo a ese chico, se podía romper.
Se podía romper por el paso de los años.
Aquel muchacho indirectamente, le pedía a su amiga del cielo
que le ayudara. Que no le dejara crecer, ni incluso le dejara llegar a morir.
Y de nuevo, lo hizo.
Le ayudaría.
Pero iba a ser algo que la Luna nunca hizo. Y que prometería no hacer más.
Aunque supondrían muchas cosas al hacerlo. Supondría, ni más
ni menos, que la desaparición de su existencia en el mundo. La Luna no quería hacerlo, pues
era alguien que le ayudó a expandir la Alegría por el mundo, pero ahora, aquel Hombre,
estaba dispuesto a hacerlo.
Y con ello, aceptaron el trato.
Cuando los años pasaron y la luz interior de aquel “niño” se
iba apagando, la Luna
lloraba de tristeza. Y una de las lágrimas se quedó en el firmamento.
A la vez que aquella lágrima se convertía en estrella, su
querido amigo dejaba aquel mundo. Dejaba la vida. Y nacía de nuevo, pero en la
estrella y lágrima de su fiel amiga.
La “Luz” del chico volvió a nacer, acompañándole en un lugar
nuevo. Un lugar al que llamaron “Nunca Jamás”.
Aquel príncipe de la Alegría abandonó el mundo para expandirla en uno
totalmente distinto.
Y la Luna
no lo dudó un segundo. Elegiría a un Guardián de la Alegría para que no
ocurriera de nuevo aquello, que no ocurriera el hecho de volver a sentir
tristeza. Para que no derramara más lágrimas.
Como si de una súplica se tratara, nació un nuevo Guardián.
Y a ese Guardián de la Alegría le pidió algo, que los juguetes al que
aquel chico había dado vida y él mismo, se encargaran de decir algo
indirectamente a los niños:
“Que no se olvidaran de Creer, de Ilusionarse, de tener
Esperanza ante todos los sucesos que ocurran, de Alegrarse por los buenos
momentos, de Divertirse con los seres queridos, pero sobre todo…que si querían
seguir siendo lo que eran, si querían tener una Luz en su interior…debían
seguir la segunda estrella a la derecha y todo recto, hasta el amanecer.”
Gracias Peter.
Jack
Frost
Se trata de un FanFic creado para un pequeño concurso de los mismos, donde quise poner un toque de novela, como una introducción a una posible nueva novela. Espero os guste, porque me inspiré mucho al escuchar esta canción. Un saludo.
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