Capítulo 23 “Broken Strings”
¿Cuántas mentiras estaba destinada a oír a lo largo de mi
vida y, sobre todo, en esos momentos? ¿Por qué Andreas…había mentido? Miré a
todos, primero a la sonrisa sarcástica del rostro frío de Lydia, luego al
desconocimiento personificado como era Aless, pero después…mis ojos se
dirigieron a la mirada de quien estaba provocando más agobio en mi interior:
Andreas.
-Andreas…¿qué demonios estás diciendo?.-Andreas solo se
dignó a girar el rostro, volverme la cara e ignorar la pregunta que le acababa
de hacer. De nuevo giré el rostro a Aless, que se encontraba sentado viendo
aquella escena que seguro superaba las actuaciones de los circos. Patética. Mis
ojos se humedecieron: no solo había sido traicionada, sino que además, tenía al
chico que me gustaba frente a mí, mirándome como si fuera una loca que acababa
de escaparse del manicomio. Sonriéndole de forma triste, una lágrima cayó y
resbaló por mi mejilla, para no tardar en girarme. No comprendía nada y, por un
tiempo, no iba a querer averiguar nada. Cada vez que intentaba una manera de
acercarme a Aless, algo me lo impedía: cuando no era David, era Lydia y ahora…
Andreas.
Salí de la habitación, otra vez. Cada vez que lo hacía, nada
bueno ocurría.
Pero ya me daba por vencida.
Aless no tenía ni un simple intento de recordarme.
Nada.
Cerrando la puerta a mi espalda, me iba a dirigir a la puerta
de la salida dispuesta a no volver nunca más al hospital o a cualquier zona que
la relacionase con Aless o Lydia. Pero algo me lo impidió, físicamente
hablando. Una mano me sujetó el antebrazo, parándome por ello y girándome, con
las lágrimas en las mejillas pegadas como si nunca quisieran irse. Era David.
-Zoe…¿puedo hablar contigo? Y por favor, no llores…-Murmuró
mientras alzaba la mano para apartar de mi aquellos pequeños elementos que
detonaban tristeza, por lo menos a mí y en esos precisos momentos. Aunque eran
algo más, era desesperación y abandono de fuerzas.
-Sí, tengo…todo el tiempo del mundo.-Me encogí de hombros
sonriendo sin ninguna gana. Tras aquellas palabras, David me llevó a uno de los
balcones del pasillo del hospital; se apoyó en la barandilla y miró al frente.
-¿Has pensado que quizás no ha sido tan malo que Aless
pierda los recuerdos sobre ti?.-Me miró de reojo, serio pero demostrando que
eran palabras nada ridículas para él.-¿Has pensado…que quizás haya sido una
señal para que podamos volver a retomar lo que terminamos?.-Fue a tocarme la
mano, pero yo no le dejé. De hecho, fruncí el ceño como si nada.
-¿Lo que terminamos? Más bien lo que tú terminaste cuando
decidiste largarte sin decir absolutamente nada.-Fruncí más el ceño, dándole la
espalda sin esperar mucho tiempo y cruzándome de brazos, poniéndome a la
defensiva.
-Por favor, Zoe, sé que he cometido muchos errores a lo
largo de mi vida, pero si hay algo que pienso todas las noches es el hecho de
arrepentirme por lo que te hice. Por haberte dejado de aquella manera.-Se
acercó por mi espalda y me abrazó por la cintura, colocando la frente pegada
totalmente a mi hombro. Quise apartarlo, pero estaba tan cansada de todo que
simplemente le dejé, esperaba que soltase todas esas patrañas y me dejara en
paz. Que no continuara por el camino que estaba siguiendo, ya que sabía que si
lo hacía, volvería a llorar. Volvería a recordar. Volvería…¿a querer?
-Zoe…abrázame aunque sea la última vez, pero házlo. Después
respóndeme, por favor…-Susurraba en mi nuca: yo no tardé en cerrar los ojos.
¿Un abrazo? Me giré y, abriendo los ojos, le miré a la cara para no tardar en
estirar los brazos y abrazarle.
¿David era un tren perdido…o seguía siendo parte de mi vida?
No hay comentarios:
Publicar un comentario