Un hospital. Una sala. Tres personas y una sola pregunta:
¿Por qué? Era la cuestión que me rondaba
por la cabeza al ver a David acercarse a Lydia de una manera tan peculiar, tan
familiar, tan…cercana. Mi mirada se afiló de manera inmediata, observando la
silueta de aquellas dos personas.
-Vuelvo a preguntarlo…¿de qué os conocéis?.-Murmuré bastante
molesta, cuando pude percibir la mirada triunfadora de Lydia sobre mí, como si
hubiese ganado algo con haberles hecho aquella pregunta.
-Coincidimos…en la discoteca de aquí. Justamente en la que
casi te desmayas. Una lástima que David todavía te quisiera lo suficiente como
para sacarte de allí. Yo habría preferido que te pisotearan como a las
cucarachas.-David tiró del brazo de la italiana bastante molesto por aquellas
palabras.
-Basta Lydia.-Dijo para no tardar en dirigir su mirada a
mi.-Fue por casualidad, nada más.-Mi mirada se abrió muchísimo más.
¿Casualidad? ¡Y una mierda! Me puse en pie, intentando calmarme después de todo
lo que había vivido, intentando asimilar que su encuentro solo fue fortuito,
aunque lo dudaba muchísimo. Aunque decidí callarme, la situación era demasiado
sensible y delicada como para ponerse a discutir en medio de una sala de
espera; aunque ganas no me faltaban de tirar de los pelos a aquella italiana
engreída. David decidió sentarse a mi lado y cogerme de la mano fuertemente.
Pero ya no me importaba, mi primera y única preocupación era Aless. Solo Aless.
Pasaron diez.
Quince.
Veinte minutos.
Cuando de repente salió de una de las salas un
médico.-¿Alessandro? .-Murmuró, provocando que levantara la cabeza sorprendida,
levantando la mano para señalarle al señor que era yo la que estaba con él.
-¡Aquí!-Se acercó de forma lenta, con unos papeles en las
manos, para no tardar en levantar la mirada y dirigirla a mi rostro preocupado.
-¿Eres su pareja?.-Preguntó, para yo asentirle: en aquellos
momentos Lydia hizo el amago de hablar, pero se detuvo gracias a David que la
paró en seco, pareciendo que sabía sus intenciones.
-Sí, lo soy, ¿cómo está? Por favor, dígame algo.-Le pedía
bastante asustada de lo que me pudiera decir. Pero una sonrisa se dibujó en el
rostro cansado y agotado del médico.
-Tranquila, está estable y despierto, afortunadamente. Tiene
unos golpes, pero debemos realizarle radiografías y más revisiones en caso de
que haya sufrido cualquier otro tipo de traumatismo no visible.-Diciendo
aquello, me hizo una señal para que le siguiera al interior de la habitación
donde se encontraba Aless tumbado con la bata del hospital puesta. Cuando el
médico y yo entramos, él se puso derecho: pero había algo en él que no me
cuadraba. No me sonrió al verme. Solo miraba confuso al médico.
.
.
.
-Doctor…¿quién es ella?.
Esas palabras sonaron como eco en mi cabeza.
Como una
puñalada en el corazón ardiendo.
Mi rostro pálido y cuerpo tembloroso.
-¿Cómo...?
¿Dónde…estaba el Aless que conocí?
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