martes, 15 de octubre de 2013

50-49 Sombras

Capítulo 18 "Russian Roulette"

Ajena a todo problema, me encontraba embelesada, atontada y, para ser más claros, idiotizada por aquel italiano que tanto le costó estar como estaba conmigo en esos momentos. ¿Qué pasó? Simplemente fue directo y me dijo lo que sentía, aunque se nos habían puesto unos cuantos problemas por delante, pero ya no importaba nada de eso porque simplemente estaba viviendo, por primera vez, un pequeño mundo donde solo estaba yo y Alessandro. Aunque, lejos de mi y él, había gente que no nos deseaba nada bueno. En absoluto, querían nuestra destrucción inmediata de aquella pequeña relación que habíamos conseguido forjar en poco tiempo.

-Si, está confirmado, están juntos.-Decía una voz masculina hacia lo que parecía ser la figura de una chica cruzada de brazos, con el ceño fruncido y mirándonos a lo lejos con toda la malicia del mundo.

-Bien, pues tranquilo David, que cada uno conseguiremos nuestra parte en cuanto pueda separar a esa pareja de gilipollas. Nadie me quita lo que es mío y menos una estúpida española como esa.-Murmuró con mucha furia la chica a la vez que miraba de reojo al chico que ahora ésta tenía a su lado. Éste no parecía muy contento por las palabras ajenas.

-No hace falta que la insultes… Lydia.-Murmuraba David con bastante molestia a la vez que seguía observándonos a nosotros dos, tanto a Aless como a mí. Yo no sabía nada de esto, no sabía lo mala que podía ser la envidia y el rencor en una persona. Y, por desgracia, no tardaría en averiguarlo…

-Zoe, ¡oye, Zoe!.-Me despertó la voz de Aless que me miraba con una sonrisa en el rostro a la vez que ladeaba éste con bastante incertidumbre en su cara.-¿Qué te pasa? Parecía que soñabas despierta.-Murmuraba hasta que sonrió ampliamente.-¡Sé que soy como un príncipe de ensueño, pero no es para tanto, principessa!.-Soltaba una risa, provocando que yo parpadeara y luego soltara una risa de la misma forma.

-No, no. Tú eres el malvado de cualquier película, ¡que quede eso muy claro!.-Me levantaba animada para no tardar en tirar de su muñeca y levantarle de igual manera.-Así que levántese señor príncipe malvado, que nos vamos a dar una vuelta como lo merece.-Solté otra risa jalando de él, sin esperar respuesta. Por alguna razón, sentía que algo no iba bien y por eso actuaba como estaba actuando con Aless. Tenía un mal presentimiento, de estas sensaciones que te ponían los pelos de punta. ¿Qué me estaba pasando? Con Aless estaba muy bien, pero… esa sensación no desaparecía.

Andaba por la plazoleta, subiendo una cuesta para no tardar en llegar a la parte de los restaurantes de comida rápida, como el burguer de la esquina. Cuando, de repente, Aless me tiró del brazo y me echó hacia sus brazos. Solté una risa.-¿Qué pasa?.-Le miraba arqueando una ceja.

-Nada, solo que parece que tienes prisa o estás incómoda conmigo.-Me murmuró de inmediato. ¿Se había dado cuenta?

-Estoy bien, solo que tengo una sensación rara. Creía que sería hambre pero ya hemos comido.-Comentaba mirando a un lado.

-Y tanto que hemos comido, nos hemos hartado.-Sonreía levemente para no tardar en acariciarme la mejilla con suavidad.-¿Seguro que eso es todo? ¿No te habrás cansado de mi, verdad?.-Volvía a cuestionarme con un puchero en la cara, claramente intencionado. Yo le miré y saqué la lengua, a la vez que me sacaba las llaves de mi casa del bolsillo, quitando de éstas una especie de llavero en forma de piedra perfectamente perfilada y rectangular. De color celeste. Se la extendí.

-¿Ves esto? Pues quédatelo.-Dije de forma clara y mirándole a los ojos.-Mientras esto esté contigo, debes estar tranquilo.-Era algo muy preciado para mi y quería que estuviera seguro de lo que estábamos empezando a tener. Aless tomó la piedra entre sus manos y sonrió ampliamente.

-Me gusta, se parece al colgante de un personaje de televisión.-Se quedaba pensativo intentando recordar el nombre.

-Naruto.-Murmuré de forma clara, ya que la compré porque realmente se parecía.-Es de ese anime.-Éste se vio sorprendido al escuchar aquel nombre y asintió enérgicamente.

-¡Si, ese mismo!.-Sonriendo ampliamente aún, tomó un colgante de cuero que tenía en el cuello y lo abrió para meter la piedra en el mismo.-¿Ves? Ahora soy como ese, rubio, con ojos azules y un colgante.-Soltaba una risa. Me sorprendí ya que no esperaba que fuera tan friki en ese sentido.

-Vaya, un italiano con lado friki. Eso me gusta.-Sonreía sin poder creer que viera cosas así. Sin esperármelo, de nuevo, éste aprovechó mi sonrisa para acercarse a mí y besarme de forma fugaz.

-Y muchas cosas más de mi que no sabes.-Me sonreía, pero en esa sonrisa había algo raro. No parecía la suya. ¿Qué estaba ocurriendo?

Andando de nuevo por las calles del centro de la ciudad, con bastante gente había que añadir, se podía ver muchos vehículos, atascos y, en general, demasiado abarrotado todo para mi gusto. Esperando en un semáforo, fui a decirle algo a Aless al oído, pero… sentí un gran empujón. Un empujón que me lanzó a la carretera.

-¡ZOE!.-Escuché gritar a Aless, cuando levantando mi mirada me ví los faros de un coche acercándose a mi. Cerré los ojos fuertemente.

Todo ocurrió muy rápido.

Gritos. Sirenas de ambulancias. Más gritos. Oscuridad.

Lo peor vino cuando pude abrir los ojos.

No era mi cuerpo el que estaba tirado en el asfalto.


-¡¡¡¡¡ALESS!!!!!


No hay comentarios:

Publicar un comentario