Ajena a todo problema, me encontraba embelesada, atontada y,
para ser más claros, idiotizada por aquel italiano que tanto le costó estar
como estaba conmigo en esos momentos. ¿Qué pasó? Simplemente fue directo y me
dijo lo que sentía, aunque se nos habían puesto unos cuantos problemas por
delante, pero ya no importaba nada de eso porque simplemente estaba viviendo,
por primera vez, un pequeño mundo donde solo estaba yo y Alessandro. Aunque,
lejos de mi y él, había gente que no nos deseaba nada bueno. En absoluto, querían
nuestra destrucción inmediata de aquella pequeña relación que habíamos
conseguido forjar en poco tiempo.
-Si, está confirmado, están juntos.-Decía una voz masculina
hacia lo que parecía ser la figura de una chica cruzada de brazos, con el ceño
fruncido y mirándonos a lo lejos con toda la malicia del mundo.
-Bien, pues tranquilo David, que cada uno conseguiremos nuestra
parte en cuanto pueda separar a esa pareja de gilipollas. Nadie me quita lo que
es mío y menos una estúpida española como esa.-Murmuró con mucha furia la chica
a la vez que miraba de reojo al chico que ahora ésta tenía a su lado. Éste no
parecía muy contento por las palabras ajenas.
-No hace falta que la insultes… Lydia.-Murmuraba David con
bastante molestia a la vez que seguía observándonos a nosotros dos, tanto a
Aless como a mí. Yo no sabía nada de esto, no sabía lo mala que podía ser la
envidia y el rencor en una persona. Y, por desgracia, no tardaría en
averiguarlo…
-Zoe, ¡oye, Zoe!.-Me despertó la voz de Aless que me miraba
con una sonrisa en el rostro a la vez que ladeaba éste con bastante
incertidumbre en su cara.-¿Qué te pasa? Parecía que soñabas
despierta.-Murmuraba hasta que sonrió ampliamente.-¡Sé que soy como un príncipe
de ensueño, pero no es para tanto, principessa!.-Soltaba una risa, provocando
que yo parpadeara y luego soltara una risa de la misma forma.
-No, no. Tú eres el malvado de cualquier película, ¡que
quede eso muy claro!.-Me levantaba animada para no tardar en tirar de su muñeca
y levantarle de igual manera.-Así que levántese señor príncipe malvado, que nos
vamos a dar una vuelta como lo merece.-Solté otra risa jalando de él, sin
esperar respuesta. Por alguna razón, sentía que algo no iba bien y por eso
actuaba como estaba actuando con Aless. Tenía un mal presentimiento, de estas
sensaciones que te ponían los pelos de punta. ¿Qué me estaba pasando? Con Aless
estaba muy bien, pero… esa sensación no desaparecía.
Andaba por la plazoleta, subiendo una cuesta para no tardar
en llegar a la parte de los restaurantes de comida rápida, como el burguer de
la esquina. Cuando, de repente, Aless me tiró del brazo y me echó hacia sus
brazos. Solté una risa.-¿Qué pasa?.-Le miraba arqueando una ceja.
-Nada, solo que parece que tienes prisa o estás incómoda
conmigo.-Me murmuró de inmediato. ¿Se había dado cuenta?
-Estoy bien, solo que tengo una sensación rara. Creía que
sería hambre pero ya hemos comido.-Comentaba mirando a un lado.
-Y tanto que hemos comido, nos hemos hartado.-Sonreía
levemente para no tardar en acariciarme la mejilla con suavidad.-¿Seguro que
eso es todo? ¿No te habrás cansado de mi, verdad?.-Volvía a cuestionarme con un
puchero en la cara, claramente intencionado. Yo le miré y saqué la lengua, a la
vez que me sacaba las llaves de mi casa del bolsillo, quitando de éstas una
especie de llavero en forma de piedra perfectamente perfilada y rectangular. De
color celeste. Se la extendí.
-¿Ves esto? Pues quédatelo.-Dije de forma clara y mirándole
a los ojos.-Mientras esto esté contigo, debes estar tranquilo.-Era algo muy
preciado para mi y quería que estuviera seguro de lo que estábamos empezando a
tener. Aless tomó la piedra entre sus manos y sonrió ampliamente.
-Me gusta, se parece al colgante de un personaje de televisión.-Se
quedaba pensativo intentando recordar el nombre.
-Naruto.-Murmuré de forma clara, ya que la compré porque
realmente se parecía.-Es de ese anime.-Éste se vio sorprendido al escuchar
aquel nombre y asintió enérgicamente.
-¡Si, ese mismo!.-Sonriendo ampliamente aún, tomó un
colgante de cuero que tenía en el cuello y lo abrió para meter la piedra en el
mismo.-¿Ves? Ahora soy como ese, rubio, con ojos azules y un colgante.-Soltaba
una risa. Me sorprendí ya que no esperaba que fuera tan friki en ese sentido.
-Vaya, un italiano con lado friki. Eso me gusta.-Sonreía sin
poder creer que viera cosas así. Sin esperármelo, de nuevo, éste aprovechó mi
sonrisa para acercarse a mí y besarme de forma fugaz.
-Y muchas cosas más de mi que no sabes.-Me sonreía, pero en
esa sonrisa había algo raro. No parecía la suya. ¿Qué estaba ocurriendo?
Andando de nuevo por las calles del centro de la ciudad, con
bastante gente había que añadir, se podía ver muchos vehículos, atascos y, en
general, demasiado abarrotado todo para mi gusto. Esperando en un semáforo, fui
a decirle algo a Aless al oído, pero… sentí un gran empujón. Un empujón que me
lanzó a la carretera.
-¡ZOE!.-Escuché gritar a Aless, cuando levantando mi mirada
me ví los faros de un coche acercándose a mi. Cerré los ojos fuertemente.
Todo ocurrió muy rápido.
Gritos. Sirenas de ambulancias. Más gritos. Oscuridad.
Lo peor vino cuando pude abrir los ojos.
No era mi cuerpo el que estaba tirado en el asfalto.
-¡¡¡¡¡ALESS!!!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario