Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas: recordar
aquellos momentos con quien era ahora mi ex novio era demasiado doloroso, y más
porque estaba completamente segura que si seguía insistiéndome, acabaría
rindiéndome y podrían ocurrir dos cosas: que realmente acabara con él de nuevo
o lo separara de mí para siempre. ¿Cómo podía ocurrirme eso después de todo el
tiempo que pasó? ¿Acaso mi corazón seguía queriéndolo como el primer día? Me
había ido a la cama, dándome cuenta que esa canción la tenía en el reproductor;
antes le daría las buenas noches a mi hermana. Y allí estaba, en la cama
acostada de lado, mirando la pared y pensando qué podría hacer, porque estaba
claro totalmente que David me estaba enviando mensajes subliminales a través de
la canción…
Sin darme cuenta me acabé durmiendo en la cama con el mp3
encendido, pero cuando me levanté a la mañana siguiente éste pequeño aparatito
estaba apagado, era normal ya que la batería no duraba eternamente. Bostezando
y levantándome, quedándome sentada en el borde de la cama, miré mi habitación y
los rayos del sol pasar por la ventana como si me estuvieran dando los buenos
días ellos mismos. Entonces a mi mente vendrían de nuevo esos recuerdos de la
noche anterior: los bailes, el encuentro con Aless después de intentar
localizarlo por horas, una danza entre los dos, sus palabras…
Y recordé también que no hubo respuesta por mi parte a
aquella pregunta que me hizo. Desgraciadamente hubo un incendio y por la gran
cantidad de gente, acabé cayéndome al suelo y desmayándome de igual manera.
Pero quien me rescató fue nada más y nada menos que alguien que yo tenía ya por
perdido. Suspirando, me dediqué a ir al baño, lavarme la cara y ponerme a
desayunar, porque debía buscar a Aless para explicarle todo lo ocurrido. Debía
saberlo, porque él estaba a punto de recibir una respuesta a la pregunta de la
discoteca, pero por alguna extraña razón tenía la sensación de que se imaginaba
que David no era solo un amigo mío. Una vez desayunada, después de haberme
comido un par de tostadas con mermelada de fresa y un batido de vainilla, fui a
mi cuarto, pero antes comprobaría que no había nadie en casa. ¿Dónde estaban
todos…?
Mientras me vestía, le envié un mensaje a Aless para que,
cuando estuviera despierto, me avisara y viniera a mi casa para explicarle todo
mejor. Me coloqué unos pantalones cortos, una camisa de tirantas y unas
chanclas. Sonó el timbre: bien, ya estaba allí. Debía respirar hondo, relajarme
y tener la mente clara. David solo era mi ex pareja. Me acerqué y cuando abrí
la puerta me encontré con un moreno. Pero no era un moreno de ojos azules.
Fueron mis ojos los que se abrieron completamente al verme a quien estaba allí:
David.
-¿Qué haces aquí?.-Dije frunciendo el ceño, sin cortarme en
decirle aquellas palabras tan cortantes.
-Quería hablar contigo de lo que pasó anoche y…recibir una
respuesta de ello.-Me miraba con un brillo en sus ojos, como si fuera de color
verde esperanza. Pero realmente no sabía qué podría responderle cuando mis
sentimientos estaba liados como los cascos de cualquier reproductor de música.
De esos cascos que crees que guardándolos bien y sabiendo que están
perfectamente enlazados…acaban enredándose en un bolsillo o en el lugar
guardado. Así estaban mis sentimientos y mi corazón.
-David, necesito tiempo, no quiero que me atosigues o
entonces sí que no podré darte una respuesta clara.-Bajé mi mirada al suelo,
viendo los zapatos ajenos. Pero si ya no tenía suficiente con la presencia inesperada
de David allí, mi teléfono móvil sonó: era un toque. Eso quería decir que Aless
iba a ir a mi casa a hablar conmigo. Mierda.
-Pero Zoe…-Mi mejilla captó la mano de David tocándomela,
mis ojos se elevaron y fijaron en los de él. No por favor, otra vez aquella
sensación no…
-Supongo que para esto me has citado aquí, para dejarme todo
claro.-Soltó una voz que no supe de quien era hasta que mis ojos se desviaron a
la figura ajena que tenía a mi lado. Alessandro.
-¿Y tú quién eres?.-Soltó David de repente, pero tiré de su
brazo mirándole mal.
-Es mi vecino, estuvo conmigo anoche junto a Luna y su
compañero de piso.-David sonrió de lado y le miró, pero no de muy buena manera
a decir verdad.
-Ah, vale. Encantado, pero ¿a qué vienes? Porque Zoe y yo
tenemos que hablar de cosas importantes.-Arqueaba una ceja, pero yo sin
pensármelo más le respondí a David con frialdad en mis palabras.
-No, David, con quien tenía que hablar era con él.-Señalé a
Aless, que mostró una sonrisa en el rostro cuando salí en su defensa: estaba
percatándose de lo que pasaba.-Así que, por favor, vuelve en otro
momento.-Después de decir aquellas palabras el rostro del moreno que tenía delante
de mí se volvió oscuro, sus cejas se fruncieron.
-¿Estás saliendo con él, Zoe? No me cuadra que salgas a la
defensa por alguien. Solo lo hacías con alguien y ese alguien soy yo.-Dijo,
pero yo le miré bastante molesta, alejándome de él.
-Tú lo has dicho, es lo que solía hacer, pero ahora ya no
salgo en tu defensa. Porque a ese alguien que solía defender siempre, me
abandonó. ¿Querías una respuesta, David? Pues aquí la tienes: no voy a volver
contigo.-No sé qué demonios me estaba pasando, pero esas penas que sentía por
la noche se estaban borrando estando al lado del italiano. ¿Era como una brisa
nueva para mí? Tenía las ideas mucho más claras gracias y solo, a su presencia.
-Pero…-Levanté la mano para que parase de hablar porque no
quería escucharle más. Aless se mantenía a un lado sin decir absolutamente nada,
hasta que suspiró. David nos miró a ambos y acabó yéndose sin decir tampoco
nada, indignado sin entender. Una vez su silueta había desaparecido totalmente
de mi vista y la de Aless, éste sería quien me miraría con la mirada completamente
abierta, viéndose aquellos grandes ojos azules. Me sonrojé y miré a otro lado,
¿acaso no estaba acostumbrado a esa actitud?
-¿Qué pasa?.-No le miraba, porque me imaginaba la cara que
tenía de verme echarle cojones a alguien que era parte de mi pasado y que creía
que haría que volviese con él. Estaba segura que si no llegaba a estar Aless
allí, ahora mismo sería de nuevo pareja de David.
-Vas a tener razón, no eres una principessa…eres toda una
guerrera.-Me dijo acercándose a mí para sonreírme encantadoramente, alzando su
mano para que nuestras miradas se encontrasen de nuevo.-Sinceramente…no sé qué
habría pasado si hubieses vuelto con él…-Se notó inseguridad en su mirada nada
más percatarme de ello. Estaba harta de inseguridades, harta de acabar siempre
herida: me tocaba disfrutar.
-Pues esta guerrera no va a volver con él.-Elevé ambas manos
para sujetarle de la nuca y atraerlo a mí para ser yo quien le daba un beso en
los labios, cerrando los ojos y que notase que podía estar seguro. Él me abrazó
por la cintura y estuvimos besándonos durante unos minutos, hasta que me
separé, rozando aún con mis labios los ajenos.-Pitufo…-Murmuré mirándole a los
ojos, éste me devolvió una sonrisa cálida, cariñosa y sobre todo sincera.
-Entonces…¿esta pequeña principessa guerrillera quiere estar
con un pitufo como yo?.-Me decía mirándome a los ojos mientras me acariciaba la
mejilla con el dorso de la mano.
-Si.-En esos momentos no me sentí más tranquila conmigo
misma desde hacía muchos días.
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